En España hay en la actualidad más de 4.000 partidos políticos, de los cuales la mitad se constituyó durante la última década. Dado el carácter local y regional de la gran mayoría de ellos, las fechas en que el registro de partidos aumenta más notablemente coinciden con la celebración de elecciones municipales. Se notó en 1991 (se constituyeron 189 partidos más), se notó en 1995 (230 partidos más), también en 1999 (293 partidos más) y sobre todo, se notaría a partir de 2003 (356 partidos más), en 2007 (427 partidos más) y en 2011 (435 partidos más). Sólo en los últimos tres años se han constituido en España 716 partidos, casi la quinta parte del total. Con estos datos, en España hay una formación política por cada 11.750 personas.
“En España es muy fácil fundar un partido político, que además tiene ciertos incentivos para las personas que quieran dar a conocer su mensaje aunque en otros lugares y bajo otras circunstancias no pasarían de ser meras asociaciones de ciudadanos”, explica el catedrático de Ciencias Políticas de la Universidad Carlos III, Pablo Oñate. En efecto, la inscripción de un partido político en España es más fácil que en otros países de nuestro entorno. Basta con encontrar tres promotores, realizar un acta notarial – que puede costar unos 300 euros – y elaborar unos estatutos para los que existen modelos. Después, ya se podría registrar el partido, indicando una dirección y un teléfono.
En otros países de nuestro entorno, como en Italia, donde hay una gran pluralidad política, la inscripción de un partido exige la presentación de cinco mil firmas y una serie de compromisarios, de ahí que la cantidad de partidos sea difícilmente comparable. En cualquier caso, 4.000 partidos políticos son muchos. En Francia la cifra no llega a los 250 y en Argentina se escandalizaban hace unos años por llegar casi a los 900.
“Muchos de los españoles son partidos travestidos, que se articulan como partidos para llamar más la atención sobre su causa, pero no son más que asociaciones”, explica el profesor Oñate, quien admite por otro lado que cualquier índice relativo a averiguar el grado de satisfacción de los ciudadanos con la democracia “nos lleva a pensar que hay una caída en picado desde 2007, de ahí que no sea extraño que haya personas que den el paso desde la acción vecinal o la asociación al partido político, porque entre otras cosas, en España es realmente fácil”, indica el profesor Oñate.
En efecto, la crisis ha jugado su papel a la hora de estimular la iniciativa ciudadana, nombres como Partido Liberal del Empleo y la Vivienda Estatal, Partido de los Parados Unidos o Perjudicados por la banca, así lo atestiguan. Otros muchos se limitan a defender los intereses de un colectivo más o menos restringido, como el Partido de los Fumadores, el de comerciantes ambulantes y minorías étnicas o el Partido Custodia Compartida Padres y Madres en Igualdad. Sin embargo, una gran mayoría de los nuevos partidos apela a cuestiones como la transparencia, la honradez o la regeneración democrática. Así, en los últimos años han nacido partidos como Partido Honesto e Integrador, Regeneración, Gestión económica Transparente, Sentido Común en Canarias, Democracia efectiva o Autogobernados: Soberanía Ciudadana.
Desde el inicio de la crisis, 124 nuevos partidos llevan en su denominación la palabra independiente, 73 llevan la palabra alternativa y 78 el término ciudadano o ciudadana. En el caso del término independiente la cosa no es nueva: 897 partidos lo llevan en su denominación desde que se empezaron a fundar partidos durante la Transición.
“Ser independiente significa ser trasparente, ser cercano y no tener prejuicios ideológicos”, explica Fernando Caballero, vocal de la Confederación de Agrupaciones Políticas Independientes (CAPI), que aglutina formaciones políticas de siete comunidades autónomas distintas: Castilla y León, Castilla la Mancha, Madrid, Aragón, Valencia, Canarias y Extremadura.
CAPI es el primer colectivo de partidos que trata de aglutinar sensibilidades independientes, puesto que considera que más partidos no siempre se traduce como más democracia. “Tal y como está organizada la representatividad en España. Con los mecanismos correctores de la Ley D’hont, la multiplicidad de opciones genera división y la división beneficia siempre a los partidos mayoritarios, de ahí que hayamos decidido aunar propuestas políticas parecidas”, explica el vocal de CAPI.
Con cerca de 40 alcaldías, 400 concejales y más de 70.000 votos, el colectivo considera que existe un hastío hacia los partidos tradicionales y que puede ser el momento de los partidos independientes y no sólo de CAPI, sino también de otros proyectos alternativos como ‘Ciudadanos’ o ‘Equo’ u otras propuestas surgidas a la luz de la crisis.
Sin embargo, el catedrático de la Universidad Carlos III, Pablo Oñate, frena la euforia: “Aunque los partidos convencionales puedan recibir un voto de castigo en las próximas elecciones, hoy por hoy los españoles seguimos orientados hacia este tipo de partidos y solemos castigar otras opciones más pintorescas, al menos en las elecciones generales. Sí existen más ensayos en las elecciones locales y en las europeas – que son las más próximas – donde los españoles suelen experimentar con su voto y podrían enviar mensajes a los partidos mayoritarios”, concluye Oñate, quien piensa que de haber una auténtica opción independiente y renovadora “tendría que haberse presentado ya”.