La presencia de Pablo Iglesias en Barcelona tenía mucho de simbólico. Era su primera aparición “de masas” en la comunidad, y la primera tras ser elegido secretario general del partido, a mediados de noviembre. Y más que un mitin de partido, ésta era una medición de fuerzas en un territorio tan estratégico como imprevisible.
El eurodiputado ha desbordado expectativas con un aforo de 3.000 personas completo y otras tantas que han tenido que quedarse fuera del Centre Municipal d»Esports de Vall d»Hebron, el mismo en el que CiU acostumbra a celebrar sus actos finales de campaña. En mayo, antes de las europeas, el partido de Mas sufrió para llenarlo.
Iglesias reunió al aforo completo antes de mediodía, cuando estaba previsto que empezase el acto. El resto, formó una larga cola alrededor del pabellón, esperando a ver al líder. Llegó aclamado por sus bases con sempiterna camisa blanca y, casi en volandas, alcanzó la primera fila, desde donde escuchó la intervención de Gemma Usabart, secretaria de Plurinacionalidad de Podemos. Después, jaleado a gritos de “presidente”, subió al escenario.
Pasqual Maragall asiste al acto de Podemos en Barcelona. Foto: E-Noticies
La presencia del eurodiputado convocó a numerosos dirigentes de otras formaciones, que siguieron el discurso mezclados entre el auditorio. Fue el caso del diputado de ERC en el Congreso Joan Tardà, el diputado socialista en el Parlament Ferran Pedret, el concejal de ICV-EUiA en Barcelona Ricard Gomà y el líder de EUiA, Joan Josep Nuet. Aunque, sin duda, la presencia que más llamó la atención fue la del expresident de la Generalitat, Pasqual Maragall. Muchos, sorprendidos, dudaban de si era realmente él quien escuchaba discretamente al líder de Podemos, sentado en una de las sillas de plástico colocadas en la pista. El histórico dirigente catalán abandonó el recinto antes de que Iglesias finalizase su intervención, seguramente para mantenerse en un segundo plano.