La directora de la Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares (ICAN), Beatrice Fihn, defendió hoy en Oslo, la víspera de recoger el Nobel de la Paz, que el desarme es la única solución al problema nuclear e instó a aumentar la presión sobre las potencias atómicas.
«Afrontamos una clara opción: el fin de las armas nucleares o nuestro fin. Mientras haya armas nucleares habrá riesgo, por eso el desarme es la única elección razonable y el tratado de prohibición es el camino», afirmó Fihn en rueda de prensa en el Instituto Nobel.
El ICAN jugó un papel decisivo en las negociaciones en la ONU que llevaron en julio a la adopción de un tratado para prohibir las armas atómicas, apoyado por dos tercios de los países del organismo multilateral, pero no por las potencias nucleares ni sus aliados.
«La bomba atómica es historia pasada, las armas de destrucción masiva, también. Debemos obligar a nuestros líderes a impulsar una política que no sea dependiente de la producción de esas armas», afirmó la directora ejecutiva del ICAN.
Fihn sostuvo que las armas nucleares no proporcionan seguridad, sino que son una «amenaza» y que es por culpa de ellas que ahora se vive una situación de tensión creciente, en relación al conflicto entre Estados Unidos y Corea del Norte.
Tillman Ruff, presidente de la Asociación Internacional de Médicos para la Prevención de la Guerra Nuclear (IPPNW), señaló no obstante que la «verdadera amenaza» no es el «mínimo arsenal» que posee Corea del Norte, sino las decenas de miles de cabezas nucleares en poder de las grandes potencias.
La ICAN, que agrupa a 468 entidades y ONG en 101 países del mundo, nació en 2007 por «desesperación» y «frustración», recordó Ruff, y similares palabras usó Setsuko Thurlow, superviviente de la bomba atómica lanzada en 1945 por EE.UU. sobre Hiroshima (Japón) y que ha jugado un rol muy activo dentro de la organización.
«Teníamos que luchar porque sabíamos que un ataque atómico causa un sufrimiento humano inaceptable. Era algo de lo que teníamos que advertir al mundo, era nuestra misión. Lo hicimos, pero el mundo no nos hizo caso, así que decidimos colaborar con la ICAN», afirmó.
La superviviente japonesa, que tenía 13 años cuando se produjo el ataque, denunció la represión durante la ocupación estadounidense tras la II Guerra Mundial y resaltó que fueron requisados documentos, cartas y cualquier cosa que reflejase el «sufrimiento humano» provocado por las bombas atómicas.
Thurlow, de 85 años, pronunciará mañana con Fihn el discurso de aceptación del Nobel de la Paz, en la ceremonia que se celebrará en el ayuntamiento de Oslo.