Como cada año por estas fechas de Navidad y Año Nuevo, medirijo a todos vosotros para trasladaros un mensaje de ánimo y de confianza ennuestro país y para felicitaros las fiestas. Son días entrañables, dereencuentro con familiares y amigos, de celebración y de compañía. Días de nosentirse solo, de recuerdos y de buenos propósitos. Días también en los queechamos especialmente de menos a esos familiares o amigos que nos han dejado oque se encuentran lejos de nosotros.
A todas las familias que os encontráis en esascircunstancias, o a las que tenéis que hacer frente a situaciones duras yadversas, de falta de trabajo, de sufrimiento o de enfermedad, me gustaríahaceros llegar a través de estas palabras todo mi sentimiento de afecto y mi compromisode que trabajaremos tanto como sea necesario para conseguir que todas laspersonas de nuestro país tengan una vida digna.
El año que estamos a punto de iniciar, el 2014, será un añocargado de simbolismo. Se cumplirá el tercer centenario del final de la Guerrade Sucesión, momento en el cual Cataluña perdió sus derechos, susConstituciones, sus instituciones y sus libertades. Tres siglos después,celebraremos casi un milagro: un pueblo que lo tenía todo para perder no solosigue existiendo sino que se plantea con más fuerza que nunca ganar una granbatalla democrática y por medios totalmente pacíficos: la de decidir librementesu futuro como país, como nación y como sociedad.
Cataluña es un país diverso y plural. Lo es por laprocedencia de sus personas, por las lenguas que hablan, por las formas depensar, por las opciones políticas o ideológicas.
Un país diverso y plural y, a la vez, capaz de tejer grandesconsensos como se ha demostrado hace pocas semanas con el acuerdo ampliamentemayoritario sobre la consulta que se celebrará el 9 de noviembre del año queempieza.
Sé que alrededor de este gran reto no hay unanimidad. Hayfuerzas políticas que no lo comparten y, sobre todo, personas, compatriotasnuestros, que lo ven con preocupación, temor e, incluso, contrariedad.
Son posiciones legítimas y respetables, como también lo sonlas otras, las que ven en todo este proceso la mejor manera de construir unpaís que valga mucho la pena, que llegue a lucir por su modernidad, subienestar, su sentido de la justicia social, su civismo y su calidaddemocrática.
Todas las posiciones tienen que poder ser defendidas con respetoy con buena convivencia. En lo que dependa de mí, así será.
Y más allá de la posición personal de cada uno de nosotros,son los votos y las urnas las que tienen que decidir y determinar lasproporciones y la magnitud de las mayorías y de las minorías del país.
No hay nada más democrático que hacerlo así. Cataluña es unpaís de larga y profunda vocación democrática y, por lo tanto, nos correspondehacerlo de este modo. Resolver los grandes temas en las urnas no tiene queprovocar ni pesar ni temor, y es evidente que nuestro futuro y la relación quedebemos tener con España y con Europa es un tema en mayúsculas.
Quiero aprovechar este mensaje de Año Nuevo para solicitaral Estado que nos deje votar. Que escuche la voz del pueblo catalán y que no levantemuros para silenciarla. Que deje decidir a quien siente la necesidad dedecidir.
Toda nación tiene implícitamente el derecho a decidir sufuturo. Pero a aquellos que niegan esta evidencia, les diré que Cataluña se haganado el derecho a decidir. Los catalanes y las catalanas, los de ayer y losde hoy, se han ganado el derecho a decidir su futuro porque han sabido mantenerviva su identidad, su cultura, su lengua y su derecho, muy a menudo en contrade normas y leyes injustas; se han ganado el derecho a decidir porque hansabido acoger e integrar a millones de personas venidas de otros territorios deEspaña o de países foráneos, demostrando que Cataluña es una tierra donde lorealmente importante es el destino que se busca y no el origen del que se proviene; y sobre todo las catalanas y los catalanes sehan ganado el derecho a decidir su futuro porque han sabido y han queridomantener de pie su voluntad de autogobernarse en contra de todas lascircunstancias históricas que lo querían impedir o de las que ahora lo quierenlimitar o disminuir.
En una palabra, el pueblo catalán prefiere gobernarse a sergobernado. Y que el Estado no nos vea como a un adversario ni mucho menos comoa un enemigo. Lo hemos sido cuando hemos podido, queremos serlo ahora y podemosser en el futuro un buen aliado. Pero desde la libertad. Desde la propiaopción. Pudiendo responder la pregunta que hemos convenido y en la fecha quehemos acordado.
El 2014 será, entonces, un año para recordar historia,personas y raíces; pero sobre todo será un año para decidir futuro y abrirhorizontes.
El año que se acaba es el sexto de una recesión económicaque ha provocado auténticos estragos. No obstante, parece que por primera vezpodemos iniciar la remontada. Confío en que así sea, y haremos todo lo quepodamos y todo lo que sepamos para aprovechar el cambio de tendencia positivoque se divisa. La herida que ha provocado la recesión es muy profunda y, por lotanto, no se pueden esperar curas milagrosas. Hará falta tiempo, perseverancia,talento y coraje para recuperarse del todo y, sobre todo, para afrontar elfuturo con fundamentos más sólidos. La crisis ha desnudado muchas supuestasverdades convirtiéndolas en errores o directamente en falsedades; y muchoscomportamientos de antes ahora son, justamente, criticados y recriminados.
Muchas cosas están cambiando a mejor. Y muchas otras estánaún por cambiar. Confío en que entre todos sabremos encontrar el modo deenmendar los errores cometidos y de transformarlos en el aprendizaje, enfortalezas y éxitos colectivos. Unos éxitos que a medida que vayan llegando,debemos saber ofrecerlos a todas esas personas, conciudadanas nuestras, que hansalido más malparadas de los golpes y de las injusticias de estos últimos años.
No hay que olvidar nunca que el Estado que muchos reclamanpara Cataluña, como en cualquier otro Estado, no es más que un instrumento alservicio de la sociedad y del país. Es decir, de las personas.
Brindo simbólicamente con todos vosotros por un 2014 llenode luz, de oportunidades y de esperanza.
Visca Catalunya!