América Latina afianzó sus esfuerzos integradores en 2017, con acercamientos entre diferentes alianzas regionales como respuesta a la agresiva ofensiva llevada a cabo por el nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, según se desprende del informe anual de la universidad francesa Sciences Po.
El Observatorio Político de América Latina y el Caribe (OPALC) del prestigioso centro sostiene que si bien en México el discurso de Trump se ha traducido en un cambio de tendencia en su relación con Washington, en otros escenarios, como Cuba y Venezuela hay «un desfase entre la brutalidad de las declaraciones (de Trump) y la modestia de las medidas adoptadas».
En general, América Latina ha reforzado su integración regional, como ponen de manifiesto los intentos de acercamiento entre Mercosur y la Alianza del Pacífico (AP), con un «tono antiproteccionista» como clara reacción al discurso del presidente estadounidense.
Esta tendencia se ha topado con dos grandes obstáculos, la crisis brasileña, que ha privado a la región de un liderazgo fuerte, y la división interna sobre la situación de Venezuela.
Ha sido en México donde la elección de Trump ha tenido una incidencia más directa, poniendo fin a 25 años de acercamiento que acabaron con el proyecto de construcción de un muro en la frontera y la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
En el caso de Cuba, las declaraciones altisonantes de Trump contra la política de su predecesor, Barack Obama, no se han traducido realmente en una marcha atrás en el restablecimiento de las relaciones diplomáticas, en un cambio en la política migratoria o en un retorno a las severas sanciones económicas de años anteriores.
El OPALC califica de «ambigua» la actuación de Trump frente a Venezuela y considera que el presidente estadounidense «tergiversó y multiplicó los actos de torpeza» frente a la «deriva autoritaria» de su homólogo, Nicolás Maduro.
La situación en Venezuela dividió en varias ocasiones al continente, incluido en el seno de sus organizaciones transnacionales.
Particularmente visible fue esa ruptura en el seno de la Organización de Estados Americanos (OEA), de la que finalmente Caracas se retiró.
La región no contó con el liderazgo de Brasil, embarcado desde 2016 en una crisis política que no se ha superado en 2017, pese a los síntomas evidentes de estabilización de su economía.
El presidente interino, Michel Temer, ha puesto en marcha una agenda de reformas contrarias al programa de la presidenta elegida en las últimas elecciones, Dilma Rousseff, destituida por el Parlamento, algo difícil de aceptar por la población.
A ello se suman las sospechas de corrupción que pesan sobre el presidente y varios miembros de su Gobierno, que le mantienen en niveles de popularidad muy bajos.
La situación política del país está pendiente de las presidenciales de octubre próximo, con un presidente rehén del Parlamento, impopular y amenazado por la justicia, lo que entorpece su margen de maniobra internacional.