El expresidente del Gobierno y presidente de la Fundación FAES, José María Aznar, afirmó en San Sebastián que la tarea más importante que tiene España en estos momentos es «construir, ordenar y poner en marcha una gran política nacional basada en los principios constitucionales”, así como «poner fin al desfalco de soberanía nacional que están llevando a cabo los nacionalistas».
Aznar hizo estas declaraciones en la presentación del libro de testimonios de víctimas del terrorismo ‘Cuando la maldad golpea’, en el que estuvo arropado por la expresidenta del PP vasco María San Gil; la presidenta de la AVT, Ángeles Pedraza; el presidente de las Fundación Villacisneros, Íñigo Gómez-Pineda; y una de las autores del libro, Ana Velasco.
«España no es, no puede ser, una mera idea ni una opinión entre otras. No lo es, no puede serlo, porque hay en vigor una Constitución aprobada en referéndum que expresa la palabra de la nación española. España ha de ser una realidad jurídica segura, indudable, previsible, puesto que ésa ha sido la voluntad de los españoles recogida en nuestra Constitución», dijo.
Aznar adujo que «no existe ningún título jurídico, histórico o político válido que habilite a ignorar, incumplir, suspender o aplazar» la Constitución española y advirtió de que «quien la ignora, la incumple, la suspende o la aplaza está fuera de la ley, actúa contra la voluntad nacional, y debe percibir sin que le quepa la menor duda las consecuencias de sus actos».
En particular, arremetió contra los partidos nacionalistas y pidió «poner fin al desfalco de soberanía nacional que están llevando a cabo» y subrayó que «cuando se ganan las elecciones autonómicas se gana el poder constituido, no un poder constituyente».
«No hay moderación en aceptar la ilegalidad; no hay prudencia en consentir que un poder se ejerza por quien no debe y para lo que no debe; o en que no se ejerza por quien debe y para lo que debe. No hay tolerancia en admitir la ausencia o el vacío del Estado de derecho. No es una virtud del Estado dejarse desafiar cuando se funda en el derecho y sirve a la libertad», añadió.
Aznar manifestó que el Estado de derecho «no puede quedar en suspenso o ser aplicado por cálculo político, porque eso daña la democracia española y expone a sus instituciones a la sospecha».
Al hablar del terrorismo y de las cientos de asesinados por ETA, Aznar defendió que “hacer justicia es hacer que la derrota efectiva del terror sea la culminación de nuestro pacto constitucional” y sentenció que «cualquier iniciativa política destinada a contextualizar, disculpar, disimular o interpretar la cruda realidad de lo que el terrorismo ha hecho no merece más que un rechazo rotundo y ejemplarizante».
Criticó que, en el País Vasco que siempre se ha hablado de normalización, ahora se busca «la normalización del silencio, del olvido, de la confusión» de las miles de víctimas que el terrorismo de ETA ha generado a lo largo de las décadas.
«Si alguna normalización hay pendiente es la de los valores: el valor de la vida; de la libertad; de la ley; de la solidaridad y de la convivencia cívica”, sentenció. «Abandonar la violencia no puede ser solo renunciar a su uso, sino que debe ser también el reconocimiento expreso de que nunca debió ser empleada”.
Llama a impedir que ETA encuentre oxígeno para sobrevivir a su derrota
En pleno debate del Plan de Paz y Convivencia del Gobierno vasco, Aznar ha advertido de que cualquier iniciativa destinada a «disculpar o disimular la cruda realidad» de la historia y la trayectoria de ETA, merece «un rechazo rotundo y ejemplarizante».
Durante su intervención en la presentación en San Sebastián del libro de víctimas del terrorismo ‘Cuando la maldad golpea’, el expresidente del Ejecutivo central ha afirmado que «la historia del terrorismo en España es demasiado cruel» como para ignorar «todo lo que las víctimas han sufrido».
A su juicio, «el testimonio de la vida arrebatada o herida, física o emocionalmente, da fuerza y claridad moral para continuar una tarea inacabada aún: la victoria de la democracia española y la derrota completa e incondicional del terrorismo; el rechazo a su presencia entre nosotros y a que fuerce o condicione nuestros actos».
José María Aznar ha lamentado que «hay quien se esfuerza en cambiar la forma en que se cuenta su historia, en ocultarla, en mentir sobre ella e incluso en que aparezcan como culpables de su propio sufrimiento y de que las cosas ‘no se muevan'».
«Todavía hoy, el sentido de la muerte y del dolor de las víctimas está en disputa, social y políticamente; todavía hoy, el sentido de su sacrificio no ha sido fijado como debe y merece», ha destacado.
Además, ha señalado que «en la política vasca siempre se ha hablado mucho de normalización» y, con ello, se ha pretendido «elevar a ‘normal’ lo que no lo era». «Hoy, de nuevo se busca la normalización del silencio, la normalización del olvido, de la confusión, no sólo histórica, sino también moral», ha denunciado.
A su juicio, si hay «alguna normalización pendiente es la de los valores: el valor de la vida; de la libertad; de la ley; de la solidaridad y de la convivencia cívica».
Con el objetivo de lograr un futuro en el que el terrorismo no exista, ha recordado que el partido y los gobiernos que él presidió «se empeñaron en un compromiso que rechazó la resignación y el desistimiento».
Para el expresidente del Gobierno central, si se quiere «un futuro sin terror», no se puede «actuar como si no hubiera existido». «Seríamos responsables de una injusticia radical con las víctimas y cometeríamos un error político de dimensiones históricas», ha aseverado.