¿Qué piensa un hijo cuando su padre se convierte en el hombre más odiado del mundo? El hijo de Ariel Castro ha escrito una carta en un periódico local para explicar que sintió cuando se enteró de las atrocidades que había cometido su padre. “Mi padre se merecía cada uno de los 1.000 años a los que estaba condenado”, subraya Ariel Anthony Castro.
Explica que la última vez que vio a su padre fue hace cinco meses. “Pasé el fin de semana en Cleveland y me pidió que me acercase hasta su cada antes de que regresase a Columbia. Cuando llegué sacó la cabeza de la parte posterior de la casa y me hizo un gesto hacia el patio trasero”.
Continúa diciendo que la muerte de su padre “puede conducir a un cambio en cómo se ve a los depredadores sexuales, la violencia doméstica, las enfermedades mentales y la seguridad de las cárceles, entonces deberíamos tener esas discusiones”
El hijo del monstruo de Cleveland señala que cuando Amanda Berry consiguió escaparse de la casa de los horrores y la Policía acudió a la Ariel Castro, él se escondió en casa de un amigo. “Los periodistas acudieron a mi casa, a mi trabajo… Empezaron a buscar información entre en mis amigos de Facebook. De repente no conocía a mi padre. No querían llorar delante de las cámaras y los micrófonos”, destaca.
El hijo de Ariel Castro denuncia el acoso de los medio de comunicación
En su relato señala que nunca visitó a su padre a en la cárcel, a pesar de que se encontraba a solo 20 minutos de su casa.
Subraya que él no es su padre, que no puede explicar que pasaba por la cabeza de su padre para cometer unos actos que él desconocía. “Aún estoy horrorizado”, señala.
Tras el suicidio de su padre, otra vez lo medio volvieron a perseguirle: “Solo quería que esos días con Noticias Canal 5 a mis espaldas llegasen a su fin”, denuncia el hijo del monstruo de Cleveland.
Termina la carta recordando que su madre murió un año antes que su padre. Ahora huérfano asegura que el odio no llevará a ninguna parte y espera que la vida y muerte de su padre pueda ayudar a cómo se trata a los depredadores sexuales, la violencia doméstica, las enfermedades mentales y la seguridad de las cárceles.