En la mitad de los estados de Estados Unidos no existe edad mínima para casarse, mientras en la otra mitad la regulación no es mucho más eficaz. En Nuevo Hampshire, por ejemplo, la edad mínima es de 14 años para los hombres y 13 para las mujeres, lo que supone un mínimo excesivo que favorece los matrimonios forzosos.
Esta realidad que muchos asocian con los países de Oriente Medio y pocos conocen en Estados Unidos, es la de más de 200.000 menores de 16 años que contrajeron nupcias de forma legal, entre 2000 y 2015, según Unchained At Last. Asimismo, el informe de esta organización sin ánimo de lucro destaca que incluso Afganistán, uno de los países con la tasa más alta de matrimonio infantil, tiene leyes más estrictas que EEUU en este sentido.
«Mucha gente tiende a asumir que este tipo de matrimonios, infantiles y forzados, sólo ocurren en otros países, como el sur de Asia y África, y que no pasan en Estados Unidos», declara Fraidy Reiss, directora de Unchained at Last. Por ello, los estremecedores testimonios de mujeres forzadas a casarse en Estados Unidos con 11 y 13 años, que ha difundido la BBC ha conmocionado a la red.
El vídeo comienza con las declaraciones de una joven de 26 años que fue obligada por su madre a casarse con 13 años y a tener su primer hijo con apenas 15. Pero realmente sobrecogedora es la historia de Sherry Johnson, a quien obligaron a casarse con su violador cuando solo tenía 11 años porque se había quedado embarazada de él.
A nivel mundial, según datos de Unicef, 700 millones de mujeres en el mundo se casaron antes de los 18 años y alrededor de 250 millones lo hicieron antes de cumplir los 15. La gran mayoría es entregada por sus padres escudándose en valores religiosos o alegando problemas económicos. Sin embargo, no excusa que justifique este abuso evidente en ciertos países y silenciado en otros como Estados Unidos.
El matrimonio infantil tiene efectos perjudiciales y duraderos en la salud, la educación y las oportunidades económicas de las niñas, y aumenta el riesgo de violencia doméstica y pobreza, ya sea en países en desarrollo o en países desarrollados (UNICEF, 2017).