Construida en 1852, la cárcel de San Quintín en San Francisco es una de las más peligrosas del mundo y también el mayor corredor de la muerte de EEUU. En sus instalaciones esperan más de 700 hombres, un tiempo terriblemente doloroso porque a la angustia de saber que la horca, la inyección letal o el fusilamientos es tu suerte, hay que añadir la terrible sensación de la espera, un tiempo que puede dilatarse muchos años en el interior de esta cárcel.
Reos y familias sufren la incertidumbre de ser sentenciado a la pena capital. «La vida se detiene. Es una situación extrema. Cada semana oímos informaciones diferentes: que si van a reanudar las ejecuciones, que si quieren acabar con la pena de muerte, que si van a construir más celdas… Es una montaña rusa de emociones», declara en BBC, la esposa de Jarvis Masters, un hombre que en 1990 fue condenado a morir por su papel en el asesinato de un guardia de prisiones.
Un cuarto de siglo después, Masters, que asegura es inocente, sigue esperando en el corredor de la muerte de la prisión de San Quintín a que lo ejecuten. No es el único. Los 734 reos que están en las dependencias de esta cárcel esperan su juicio final sin saber cuándo se llevarán a cabo su sentencia. En este penal de California, no se ha llevado a cabo una ejecución de 2006.
La suspensión durante cerca de una década de la sentencias han hecho que las instalaciones del corredor de la muerte se hayan quedado pequeñas. En el corredor de la muerte existen 690 celdas pero la prisión cuenta con 734 reclusos. La alarmante situación en la que viven los reos ha empujado en a los familiares a manifestarse ante la situación que viven los reos.
Matt Cherry, director ejecutivo en declaraciones a BBC, asegura esta incertidumbre es «un enorme sufrimiento para los condenados y sus familias«. Al referirse a las condiciones de vida de los reclusos apunta que “viven en unas condiciones terribles de aislamiento, pasando 23 horas la día en sus celdas, sin que se les permita trabajar».
En su opinión, «los familiares han de hacer frente, además de al estigma de tener a un ser querido en el corredor de la muerte, a la incertidumbre de no saber cuándo estos serán ejecutados, si llega a suceder».
Pero la situación es dramática. El departamento de Prisiones de California señala, en BBC, que los condenados a muerte aumentan en 13 anualmente y reclaman un acondicionamiento de las instalaciones para que puedan vivir los más dignamente posible. En 2012, el estado de California, rechazó con un 52 por ciento de los votos abolir la pena de muerte