La lucha cubana por la independencia había acaparado la atención de la opinión pública en Estados Unidos, donde se desarrolló una campaña deliberadamente sensacionalista y exagerado en contra del Gobierno español.
En enero de 1898, tuvieron lugar una serie de disturbios llevados a cabo por cubanos españolistas que destruyeron las imprentas de periódicos locales por publicar textos donde criticaban las atrocidades del ejército español.
A raíz de estos hechos, el Gobierno de Estados Unidos envió a la Habana al acorazado de segunda clase Maine en una maniobra claramente provocadora e intimidatoria hacia España, que anteriormente había rechazado una propuesta norteamericana de compra sobre Cuba y Puerto Rico.
El 15 de febrero de 1898 una explosión hizo saltar por los aires el acorazado. Murieron 266 hombres y 2 oficiales. Las investigaciones posteriores revelaron que más de 5 toneladas de pólvora existente en la embarcación había explosionado, destruyendo la parte delantera de la embarcación, cuyos restos se hundieron rápidamente.
El percance precipitó el inicio de la guerra hispano-estadounidense.