Realizar una auditoría sobre la deuda pública, renegociar su devolución y suspender los pagos hasta que se haya recuperado la economía y vuelva el crecimiento y el empleo. Esa es la primera propuesta incluida en el programa de base de Syriza.
La formación ganadora de los comicios griegos ha ido suavizando sus propuestas conforme avanzaban también los tiempos electorales. “Reconocemos nuestras obligaciones frente a las instituciones europeas y los tratados europeos. La austeridad no forma parte de los tratados”, expresó Tsipras en una entrevista reciente.
La moderación ha afectado también al inicial impago de la deuda, un punto por el que Syriza ha transitado con matices. Si bien en los últimos tiempos ha dejado de hablar de ello, si promete una negociación dura con la troika para reestructurar una deuda que llega al 174% del PIB griego. Eso sí, siempre dentro de la eurozona. La coalición ha asegurado que en ninguna forma pretende una ruptura con el actual programa de rescate, pero sí una revisión de las condiciones, en las que incluye el concepto de “cláusula de crecimiento”: la devolución se hará conforme la economía griega vaya creciendo. También solicitarán una moratoria.
«Necesitamos un espacio fiscal para poder llevar a cabo una política de desarrollo y de crecimiento», ha subrayado Yannis Milios, economista de cabecera de la formación, para quien el programa de BCE, Fondo Monetario Internacional (FMI) y Comisión Europea (CE) no ha dejado margen al país para aplicar políticas sociales.
La moratoria del pago de la deuda, según Syriza, pasaría por replantearse los plazos de devolución-que se podrían alargar hasta cuatro décadas-a interés cero, hasta lograr que ésta se sitúe por debajo del 20% del PIB.
La nunca planteada salida del euro
Syriza ha utilizado buena parte de su tiempo de campaña en rebatir las tesis de aquellos que sostienen que su intención es salir del euro. Un ataque al que su líder viene respondiendo desde hace años. “No es una opción”, dijo en 2012.
El mensaje, no obstante, parece no haber calado aún en la eurozona. En diciembre trascendió que Alemania estaría trabajando en una posible salida de Grecia de la zona euro, una hipótesis que en los últimos días ha negado el ministro de Finanzas germano, insistiendo, no obstante, en que el país necesita seguir implementando reformas para resultar competitivo. La propia Merkel se ha sumado al fin a la opinión mayoritaria al declarar que Grecia debe «continuar formando parte de la historia europea».
En contraposición, el ministro griego de finanzas ha advertido que Grecia podría salir de la zona euro “por acidente”: un efecto dominó que se iniciaría con un rechazo de Atenas a pagar el vencimiento de un préstamo, seguido de una ola de pánico entre los ahorradores nacionales, que retirarían masivamente su dinero de los bancos, todo ello coronado por un rechazo de Banco Central Europeo (BCE) a acudir en ayuda de un gobierno de Syriza.
El partido ha lanzado ya un primer mensaje tras conocerse los resultados electorales: trabajará en un gobierno de salvación nacional que, según sus cálculos, costará en torno a 12.000 millones de euros. Ese importe es el que consideran necesario para atajar los devastadores efectos que la crisis ha provocado en el país.
Pese a que la economía griega se encuentre ahora en superávit primario- diferencia entre los ingresos del Estado y sus gastos, incluida la devolución de la deuda, pero sin tener en cuenta el pago de intereses y otros costes financieros- tiene que asumir aún un 175% de deuda, más de 321.000 millones de euros. No es el único problema de la economía y el modelo productivo heleno, que acusa elevadas tasas de morosidad-en torno al 33%, la debilidad de sus instituciones y una tasa de desempleo del 25%, el más alto de la eurozona. En los últimos cinco años, Grecia ha perdido un 25% de su PIB.
Syriza ha recogido el descontento de una población profundamente golpeada por la crisis y que, más allá de sus propuestas, ha querido castigar al partido de gobierno. Entre sus principales puntos de programa figura también elevar el salario mínimo a 751 euros-actualmente está en 580 euros- y aliviar la carga fiscal que sufren las rentas bajas y medias. Contemplan también una moratoria bancaria sobre aquellos créditos que superen el 30% de los ingresos. El resto quedará “congelado” hasta que el deudor lo pueda pagar.
El programa de “reconstrucción nacional” es innegociable para Syriza, y su pretensión es aplicarlo de forma inmediata: luz gratuita a 300.000 hogares de personas sin medios, ayudas para comida y bonos de transporte público para los pobres, una decimotercera paga para todos los pensionistas que cobren menos de 700 euros al mes.
Syriza ha prometido también la creación de puestos de trabajo-300.000 es la cifra que se han planteado inicialmente-para lo que pondrán en marcha una ambiciosa reforma laboral, más flexible con los derechos de los trabajadores.
¿Cómo se va a financiar? La pregunta ha planeado de forma insistente en los ataques de los adversarios de Syriza. La respuesta tiene tres frentes: una lucha rotunda contra el fraude fiscal-la evasión griega representa hasta el 25% de su PIB- la reestructuración de la deuda en plazos más asumibles y la reasignación de fondos europeos. Algunos analistas se muestran incrédulos: «el margen que permite alejarse de los objetivos presupuestarios es muy estrecho, y expondría al país a una severa degradación de sus cuentas y a una creciente necesidad de acudir a préstamos», sostienen desde el Eurobank.
Según cálculos de la formación, 3.000 millones se podrían obtener de la recuperación del dinero evadido, otros 3.000 de la devolución de créditos de morosos, la misma cantidad del fondo de estabilidad financiero. Otros 3.000, de los fondos europeos.
También pretenden ahorrar con la reorganización del Gobierno: para empezar, tienen previsto un plan de “ajuste” en los ministerios que reducirá su número de 18 a 10.
La moderación ha llegado también a su programa internacional. Syriza ya no pretende una salida de la OTAN, como era su planteamiento original. “Eso no interesaría al país”, afirmaba Tsipras recientemente.