El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, y su partido gobernante, el Fidesz (Unión Cívica Húngara) han conseguido la reelección este domingo con un 44,54% de los votos, según el último recuento. Con este resultado obtiene 133 de los 199 escaños del Parlamento y si se mantiene, el Fidesz obtendrá la mayoría cualificada de dos tercios, por lo que su victoria habrá sido rotunda.
“Hemos obtenido una victoria aplastante”, ha asegurado Orbán. “Me siento orgulloso de que mi pueblo me haya reelegido para seguir haciendo mi trabajo”. Mientras, los partidos de la oposición han responsabilizado de los resultados a la nueva regulación electoral, adaptada por el propio partido gobernante, para favorecerse a sí mismo.
El análisis del portal húngaro HVG arroja ciertas dudas sobre el sistema electoral ya que, a pesar de que Fidesz ha obtenido unos 800.000 votos menos que en las anteriores elecciones parlamentarias y que la participación en las elecciones se haya reducido, ha mantenido intactos sus dos tercios de mayoría cualificada.
Mientras, el partido euroescéptico y de extrema derecha Jobbik, conocido por sus medidas contrarias a las minorías de gitanos y judíos, ha aumentado su apoyo popular hasta alcanzar un 20,54% del electorado, frente al 16,67% que obtuvo hace cuatro años. Esto se traduce en 23 asientos parlamentarios. “Jobbik ha obtenido un mejor resultado de lo que se esperaba”, ha asegurado el presidente del partido, Gábor Vona.
La debilidad de la izquierda
Por su parte, la Alianza de Unidad, un grupo-paraguas de los partidos de la oposición liberales, de izquierdas, ha obtenido un 25,99% de los votos, por lo que se queda con 38 asientos del Parlamento. “Reconozco los resultados de las elecciones, pero no puedo darles mi enhorabuena”, ha asegurado el presidente del Partido Socialista Húngaro y candidato de la Unidad a primer ministro. “No hemos tenido vientos favorables en ningún momento durante los últimos 24 años”.
La sorpresa viene de Otra Política es Posible (LMP), un partido ecologista ideológicamente heterodoxo que rechazó unirse a las filas de la Unidad y que ha obtenido un 5,26% de los votos, superando el umbral del 5% necesario para obtener representación parlamentaria.
Los resultados de las últimas elecciones se han convertido, según el análisis del diario húngaro ‘Politics’, en una auténtica sorpresa ya que de los últimos sondeos se extraía el descontento social con el gobierno de Orbán.
A pesar de que los partidos de izquierda han acusado al Fidesz de modificar la ley para asegurarse su propia reelección, muchos analistas sugieren que la Unidad habría perdido en cualquier circunstancia. En este contexto, el analista húngaro Zoltán Csipke sostiene que la izquierda húngara se encuentra en un momento de ausencia de liderazgo ya que muchos de los que encabezan las listas de la izquierda siguen siendo los mismos que dirigieron al país a una situación de caos fiscal y corrupción en 2002.
Medidas populistas, la solución
Aunque las reformas que ha llevado a cabo Orbán, en su mayor parte, no han favorecido su posición en el gobierno, haciéndole caer hasta un 25% el índice de aprobación en julio de 2012, el Fidesz dio en el clavo.
A finales de 2012, Orbán presentó un plan para reducir las facturas de gas, agua y electricidad un 10%. A pesar de la dificultad en las negociaciones con los proveedores de servicios públicos, en su mayor parte extranjeros, el partido gobernante consiguió tras lanzar una campaña de recogida de firmas para mostrar la disconformidad de la sociedad con los pagos de las facturas, consiguió la reducción que había prometido. Es en este momento cuando la popularidad del primer ministro vuelve a repuntar.
Además de la lucha por defender los derechos del pueblo húngaro, con esta medida Orbán jugó el papel de mártir patriota en lucha contra las fuerzas extranjeras que le sirvió para volver a posicionarse como líder carismático frente a la sociedad. Esta victoria ha supuesto para el primer ministro una expansión de sus horizontes. “Nos hace creer que nosotros, los húngaros, somos capaces de todo”.