La tormenta desatada por el ingeniero Edward Snowden salió a la luz el viernes 7 de junio en los diarios »The Guardian» y »The Washington Post». Sin embargo la llevaba preparando mucho antes. Antes incluso de aterrizar en Hong Kong y de salir de Estados Unidos. Un vuelo que cambió su vida para siempre. A su empresa, Booz Allen, le dijo que se iba dos semanas a curarse la epilepsia. A su novia no le dio más explicaciones. Había llegado el momento, y tras varios meses de contacto con una documentalista de »The Guardian» Laura Poltras, había que dar el paso.
Durante dos semanas no sale de la habitación de su hotel en Hong Kong y tan sólo lleva con él cuatro ordenadores, las memorias del ex vicepresidente de Estados Unidos Dick Cheney y un cubo de Rubik. A principios de junio se reúne por fin con Glenn Greenwald, periodista de »The Guardian», su interlocutora Laura Poltras y con otro redactor del periódico. Por fin se ven las caras, y los periodistas se sorprenden de que el supuesto espía tenga tan solo 29 años.
El viernes 7 de junio, »The Guardian» y »The Washington Post» sueltan la bomba informativa: Estados Unidos está realizando un espionaje masivo a través de Google y Facebook a través de un programa llamado PRISM. Gracias a una ley aprobada por Bush e implementada por Obama. La Agencia de Seguridad Nacional tiene acceso a correos electrónicos, búsquedas en internet y conversaciones fuera de Estados Unidos. Un programa de espionaje de lo más sofisticado y que hace saltar las alarmas en medio mundo. En total se habían generado 80.000 expedientes.
El domingo 9 de junio por fin ponemos cara al chivato del ciberespionaje. Edward Snowden empieza a ser buscado por los servicios secretos de medio mundo. El diario »The Guardian» publica una entrevista con él en el que asegura que no puede permitir que su gobierno destruya la intimidad y la libertad de la red en contra de las libertades fundamentales con el programa que Estados Unidos está construyendo. Junto a Bradley Manning, el soldado que filtró los cables de información a Wikileaks y Daniel Ellsberg, el filtrador de los »papeles del pentágono», conformaban el trío odiado por la Casa Blanca. »The Washington Post» confirma que Snowden también es su fuente.
El lunes 10, y tras estar 20 días sin salir del hotel, abandona por fin su habitación, una vez soltado el bombazo informativo y conocida su ubicación en Hong Kong. Estados Unidos trata por todos los medios de que China extradite al espía.
El día 13 el FBI acusa formalmente a Snowden y le avisa con abrirle un proceso penal. Durante toda esa semana salen a relucir informaciones de espionaje en Estados Unidos, se pronuncian las compañías afectadas, China emite sus quejas sobre el ciberesionaje y Snowden guarda silencio. Así hasta el lunes 17 de junio cuando está prevista que comience una cumbre del G-8 en Irlanda del Norte. Entonces »The Guardian» publica unos documentos revelados por Snowden en el que se afirma que el Gobierno británico ordenó espíar a los asistentes de la cumbre del G-20 en Londres. Sus chivatazos siguen revelando información altamente sensible.
El miércoles 19 de junio, entra por fin en juego Julian Assange, el fundador de Wikileaks que muestra afecto por el espía, asegura que como él, busca el bien común, y se muestra dispuesto a ayudarle. El primer paso, buscarle asilo en Islandia, como había manifestado su deseo el propio espía. Así ponen a su disposición un avión para llevarle al lugar deseado por el analista de la NSA. Ecuador, al igual que hizo con Assange, se ofrece a ayudarle.
El viernes 21, Snowden cumple 21 años y Estados Unidos vuelve a pedir su extradición. Dos días después, Ecuador recibe una petición de asilo del ciberespía y se muestra favorable a acogerle. Quito parece el final del destino Snowden, pero iba a ser más complicado de lo que a priori parecía. Ese mismo domingo, Edward sale del país asiático rumbo a Moscú, acompañado por Sarah Harrison, número dos y mujer de máxima confianza de Julian Assange. Wikileaks sigue asesorando y ayudando al espía.
El lunes 24 desayunamos con la falsa alarma de que el espía había tomado un vuelo con dirección a La Habana, que podía servir de escala para acabar recalando en Ecuador. Entramos en una fase de total desinformación, en parte, gracias a las autoridades rusas y su agencia interfax, que no aclara en ningún momento su paradero y deja abiertas todas sus informaciones.
Desde entonces el hombre más buscado por los Estados Unidos lleva una semana en la terminal E del aeropuerto de Moscú. Semana frenética para la Casa Blanca que ha intensificado contactos con Rusia y con Ecuador para intentar »cazar» al espía cuanto antes. Han entrado en juego otros países como Venezuela, que se ha ofrecido a acoger a Snowden, en un claro desafío a los Estados Unidos.
El viernes 28, EEUU ponía las cosas más difíciles al ex asesor de la CIA al invalidar su pasaporte lo que le impedía entrar en territorio ruso. Mientras Snowden sigue esperando en el aeropuerto, su padre trata de mediar y asegura que su hijo está dispuesto a volver a Estados Unidos pero con condiciones. Esas no serían otras que recibir diferente trato a la que está recibiendo el soldado Manning. El juez Baltasar Garzón rechaza defender a Snowden por problemas legales, no porque no defienda su causa.
El penúltimo episodio de este periplo ha sido la llamada del vicepresidente Biden al presidente de Ecuador, Rafael Correa, para que no le dé el asilo que el espía ha solicitado al país latinoamericano.