«El agua vino y empezó a matar gente, a llevarse nuestras casas, nuestra ropa, nuestros zapatos, todas nuestras cosas», ha contado Abdi, un niño de 12 años que ha tenido que dejar atrás su vivienda familiar.
En la localidad de Solai, la profesora Edith Gathoni contempla junto a sus alumnos de educación primaria cómo los carpinteros reparan los daños causados por las lluvias torrenciales. «Hemos perdido ocho niños. Hablan de los que han muerto. Eso es todo de lo que hablan», ha contado Gathoni. Según el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), el temporal ha dejado 180 muertos.
«Los niños que han pasado por hechos traumáticos, incluso aunque actúen de forma reservada, necesitan recuperar la sensación de normalidad en un espacio seguro y aprender cómo identificar, expresar y gestionar sus emociones», ha indicado Jacqueline Rioba, directora asociada para la gestión de desastres naturales de World Vision en Kenia.
El director nacional de la ONG en el país africano, François Batalingaya, ha explicado que «para la gente que ha experimentado hechos potencialmente traumáticos el apoyo psicosocial puede ayudarles a lidiar con ello, a sanar y encontrar esperanza». «Los niños son siempre los más afectados», ha recordado.
World Vision está ayudando a los damnificados por las inundaciones repartiendo mantas, mosquiteras y comida, entre otros insumos. Además, está dando apoyo psicosocial a los menores afectados. Ya ha llegado a más de 10.000 personas y espera poder alcanzar a otras 36.000 en las próximas semanas.