El presidente de Egipto, el general retirado Abdel Fatá al Sisi, ha reclamado este martes a la comunidad internacional que apruebe una resolución en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para lanzar una coalición internacional que ataque las posiciones del grupo terrorista Estado Islámico en Libia.
«No hay otra opción«, ha asegurado el mandatario egipcio, en una entrevista concedida a la cadena de radio France 1, días después de que los milicianos de Estado Islámico decapitaran a 21 cristianos coptos egipcios que habían secuestrado la semana pasada.
«Debemos trabajar juntos para derrotar al terrorismo», ha subrayado Al Sisi, que ha recordado que su país ya alertó en su día de que el deterioro de la seguridad en Libia supone un riesgo para toda la región y para la comunidad internacional. «Cuando la situación en Libia se agravó, dijimos que existía un gran riesgo para la seguridad y la estabilidad», ha afirmado. En su opinión, este peligro «no sólo afecta a los libios sino también a sus países vecinos y a los europeos«.
Además de pedir una resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, Al Sisi ha dejado claro que es necesario que «el pueblo y el Gobierno libios se pongan de acuerdo» y «llamen» a la comunidad «para actuar» contra las posiciones de Estado Islámico. Las numerosas milicias imponen sus leyes en Libia, ha remarcado, «deben entregar sus armas.
Al Sisi ha hecho hincapié en que la respuesta contra Estado Islámico debe ser «confrontación global, intelectual, educativa, económica, cultural y política» en contra del terrorismo.
Con el bombardeo de objetivos del grupo Estado Islámico en Libia, el presidente de Egipto, Fatah al Sisi, se presenta como un aliado clave de Occidente en la lucha contra los yihadistas y eclipsa la implacable represión que ejerce en su país, según varios expertos. Sisi sorprendió al enviar sus aviones de combate a atacar posiciones de la rama libia del EI pocas horas después del anuncio de la decapitación de 21 cristianos coptos egipcios.
Con esta rápida reacción, «la importancia de Sisi va a aumentar en Occidente«, prevé Mustafá Kamel al Sayid, profesor de ciencias políticas en la Universidad de El Cairo.
Además, el «rais» se colocó el martes en primera línea del «combate contra el terrorismo» al pedir al Consejo de Seguridad de la ONU que adoptara una resolución para autorizar una intervención militar internacional en Libia.
«No hay otra opción», si no el país se va a transformar en un «vivero» de yihadistas que amenazará también «la cuenca mediterránea y Europa», predijo.
«Egipto y Sisi aparecen ahora como aliados clave de Occidente en la lucha contra el EI», subraya Zack Gold, un experto del Instituto de Estudios de Seguridad Nacional, con sede en Tel Aviv. Tras haber ignorado durante un tiempo a Sisi, que en julio de 2013 derrocó al presidente islamista elegido democráticamente Mohamed Mursi, y reprimió las manifestaciones de sus partidarios, las capitales occidentales tuvieron que admitir que no podían aislar al más poblado y mejor armado de los países árabes cuando el EI gana terreno en la región.
Washington reanudó a principios de 2014 su ayuda financiera a Egipto, esencialmente destinada a las fuerzas armadas. Y Francia e Italia, entre otros países, recibieron con gran pompa al hombre que las organizaciones de defensa de los derechos humanos consideran ahora el jefe de uno de los regímenes más represivos del mundo.
El lunes, al venderle a Egipto sus primeros aviones de combate Rafale, Francia asumió claramente esta «realpolitik» cuando el ministro de Defensa declaró que Sisi había sido «elegido democráticamente».
Es cierto que el mariscal retirado ganó con gran facilidad las elecciones presidenciales de 2014 pero después de haber eliminado cualquier tipo de oposición política, islamista, laica y liberal.
Pero la intervención en Libia abre un nuevo frente para el ejército egipcio, que ya tiene problemas para contrarrestar en su territorio a yihadistas afiliados al EI que llevan a cabo atentados espectaculares contra las fuerzas del orden, según ellos en represalia de la sangrienta represión de los partidarios de Mursi.
Para los expertos, la campaña libia permite a Sisi relegar a un segundo plano, o incluso justificar, esta represión que ha causado la muerte de más de 1.400 manifestantes islamistas y la detención de al menos 15.000 partidarios de Mursi.
«Las críticas sobre su balance en materia de derechos humanos y libertades civiles corren el riesgo de pasar a tener un lugar secundario«, opina H.A. Hellyer, de la Brookings Institution, un centro de estudios de Washington.
El gobierno de Sisi considera a los Hermanos Musulmanes una «organización terrorista» y les acusa de estar detrás de los atentados que diezman las fuerzas del orden. Sin embargo, los Hermanos Musulmanes, que ganaron todas las elecciones desde la caída de Mubarak en 2011, condenan estos atentados reivindicados por los yihadistas de Ansar Beit al Maqdis, afiliado al EI.
«Aunque ha diversificado sus aliados con contactos con Rusia, China y Francia, la operación en Libia ayudará a levantar definitivamente las sanciones estadounidenses impuestas a Egipto con la interrupción de la ayuda militar», precisó Kamel al Sayid. Porque, precisa Gold, «Estados Unidos estará ahora más dispuesto a aceptar la posición de Egipto de que su transición [democrática] será lenta».