El recorte pretende garantizar el cumplimiento del objetivo del superávit primario –el ahorro para poder pagar los intereses de la deuda pública– de 66.300 millones de reales (19.460 millones de euros), el equivalente al 1,13 por ciento del PIB del país.
El ministerio que verá menguar más su prepuesto es el de Ciudades, con 11.800 millones de reales menos (3.463 millones de euros), seguido del de Salud, con 11.770 millones de reales menos (3.454 millones de euros).
Le sigue el tijeretazo al Ministerio de Educación, con 9.400 millones de reales (2.760 millones de euros) de recorte, según los datos desglosados por el ministro de Planeamiento, Nelson Barbosa.
La educación era la máxima prioridad de Rousseff en su segundo mandato. De hecho, en su discurso de toma de posesión, el pasado 1 de enero, anunció que el lema para esta nueva etapa de Gobierno sería ‘Brasil, patria educadora’.
El recorte ha sido fruto de un complicado consenso entre el ala más izquierdista del Partido de los Trabajadores (PT), que se resiste a que los ajustes tengan impacto social, y el equipo económico de la presidenta, liderado por el ministro de Economía, Joaquim Levy, de corte más liberal y en sintonía con los intereses de los mercados financieros.
De hecho, Levy apostaba porque el ajuste fuera de 80.000 millones de reales (23.483 millones de euros). Además del recorte anunciado hoy, desde enero bajó de forma preventiva un 33 por ciento el presupuesto de gastos no obligatorios y este viernes también se ha subido del 15 al 20 por ciento un impuesto especial que pagan los bancos sobre su lucro líquido.
SATISFACCIÓN EN EL FMI
Ya antes de hacerse efectivo el anuncio la directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, se ha felicitado por el recorte, que ve como una señal de «valentía y compromiso» del Gobierno brasileño con el ajuste fiscal, según ha dicho en un seminario del Banco Central en Río de Janeiro.
Sin embargo, Lagarde se ha negado a evaluar si el recorte será suficiente para ajustar las cuentas públicas, aunque ha dicho que el Gobierno ha encontrado «la receta adecuada» para que el país vuelva a crecer y sea capaz de mantener sus programas sociales, que son, ha dicho, «el orgullo de Brasil».