«Vamos a evaluar conjuntamente con nuestra encargada de negocios sobre la evolución de la situación política en Venezuela, de un régimen que como ustedes saben, el Perú considera que es una dictadura», ha dicho.
Sin embargo, Popolizio ha manifestado que no hay una decisión en torno a la ruptura de las relaciones y ha agregado que por ahora «lo real es la reducción de la presencia diplomática peruana en ese territorio», según ha informado la agencia estatal peruana de noticias, Andina.
Las palabras del ministro de Exteriores peruano han llegado un día después de que el presidente venezolano, Nicolás Maduro, tomara posesión para un segundo mandato en una ceremonia celebrada el jueves en el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) sin apenas presencia de mandatarios extranjeros, lo que evidencia el escaso respaldo que tendrá de la comunidad internacional en este nuevo periodo.
El presidente destinó sus primeras palabras a reivindicar su legitimidad en el cargo. Así, defendió que las elecciones presidenciales del pasado 20 de mayo fueron democráticas, que el TSJ es un escenario valido para tomar posesión y que cuenta con el apoyo de la comunidad internacional.
«Venezuela es una democracia», declaró, antes de explicar que se trata de «una democracia de nuevo tipo, protagónica y participativa», porque se basa en el «pueblo» y no en las «élites». «Y yo soy un presidente demócrata de verdad», remachó.
Todo ello hace patente la negativa de la oposición venezolana y de buena parte de la comunidad internacional a reconocer el nuevo mandato de Maduro, en consecuencia con su decisión de no reconocer tampoco los resultados de las elecciones presidenciales del pasado 20 de mayo por considerar que fueron fruto de un proceso fraudulento.
El Grupo de Lima ha anunciado que, a partir del 10 de enero, iniciará una ofensiva diplomática contra Maduro y su Gobierno para forzarle a celebrar unas elecciones «creíbles». Estados Unidos ya ha ampliado su lista de sanciones contra la cúpula venezolana y la UE se mantiene a la expectativa.
Asimismo, el Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA) ha decidido «no reconocer la legitimidad» del segundo mandato de Maduro, al que ha urgido a permitir la celebración de «nuevas elecciones presidenciales con todas las garantías necesarias para un proceso libre, justo, transparente y legítimo».
Maduro ha respondido dando un ultimátum de 48 horas al Grupo de Lima –al que considera una marioneta de Estados Unidos– para que corrija su actitud «injerencista», bajo amenaza de adoptar «las medidas más crudas y enérgicas en diplomacia y en defensa de un Gobierno».
Paraguay ha sido el país más contundente a la hora de responder al llamamiento de OEA y Grupo de Lima. El Gobierno de Mario Abdo Benítez ha anunciado directamente la ruptura de las relaciones con la Venezuela de Maduro, aclarando que esto «no afecta al pueblo venezolano».