El jefe del Comité de Coordinación para el Repliegue, Michael Lollesgaard, ha indicado que «la seguridad en los tres puertos ha sido cubierta por las fuerzas de la Guardia Costera», al tiempo que ha subrayado que aún no se ha confirmado el acordado refuerzo de la misma.
Asimismo, ha señalado que las «señales militares» en Ras Isa y Salif «han sido eliminadas», si bien en Hodeida «permanecen en gran parte», sin dar más detalles al respecto.
Lollesgaard ha reclamado a los rebeldes huthis que «completen rápidamente la retirada de todas las señales militares, incluidas las trincheras, como parte de su compromiso con el proceso (de repliegue)».
Por otra parte, ha reiterado que los repliegues iniciales de los puertos fueron «significativos» como parte del acuerdo y para «transformar los puertos en un espacio civil que ha facilitado el trabajo de la Corporación de Puertos de Yemen en el Mar Rojo, apoyada por la ONU».
El jefe del comité ha solicitado además a las partes firmantes del Acuerdo de Hodeida que «finalicen las negociaciones pendientes para permitir una aplicación total de las fases uno y dos del pacto».
Por último, ha recalcado que la misión de supervisión «sigue supervisando de forma activa los tres puertos para verificar su desmilitarización sostenida y otros asuntos pendientes relacionados con campos de minas, restos explosivos y señales militares».
La misión de Naciones Unidas en Yemen confirmó el 12 de mayo que el repliegue que los insurgentes efectuaron en los puertos, un gesto clave para el desarrollo de las conversaciones de paz, frente a las acusaciones de «farsa» emitidas por el Ejecutivo yemení.
Hodeida es el foco estratégico más importante de una guerra que dura ya cuatro años. La coalición militar que lidera Arabia Saudí en apoyo al Gobierno de Yemen reconocido por la comunidad internacional ha intentado sin éxito en hasta dos ocasiones arrebatar Hodeida a los huthis, ya que es su principal vía de suministros.
Después de cuatro años de guerra, los huthis controlan la mayoría de las zonas pobladas del país, mientras que el Gobierno de Abdo Rabbu Mansur Hadi se sostiene en el reducto de Adén, en el sur, gracias al apoyo militar de Arabia Saudí y sus aliados. La guerra ha sumido al que ya era el país más pobre del Golfo en la peor crisis humanitaria del mundo.