La directora regional del NRC, Marianne Irion, ha asegurado que «existe una necesidad urgente» de proteger mejor a la población civil». Este miércoles el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas se reunirá para debatir acerca de una renovación del periodo de actividad de la MINUSCA, la misión de mantenimiento de paz que trabaja en el país.
El secretario general de la ONU, António Guterres, ha recomendado que se prolongue la estancia de la MINUSCA en el país para que continúe con su mandato. Para ello, también ha propuesto que se incremente el número de tropas con unos 900 efectivos militares.
Irion ha subrayado que la MINUSCA «debería reforzarse» para que el personal de la misión pueda proteger mejor a los civiles de «un resurgimiento de ataques brutales y abusos».
La directora regional del NRC, ha añadido que tanto los líderes políticos como los grupos armados y la comunidad internacional deben contribuir a frenar este «ciclo negativo de violencia» que se está produciendo en numerosas partes del país.
El NRC ha advertido de que el aumento de los ataques brutales y de la violencia contra la población civil en regiones del norte y este del país a lo largo de este año ha obligado a un número creciente de personas a huir de sus hogares. Hasta la fecha la cifra de personas desplazadas por el conflicto asciende al millón.
La capital, Bangui, también se ha visto afectada por este incremento de los niveles de violencia. Este fin de semana se produjo un ataque con una granada contra un concierto que se celebraba en Bangui y en el que murieron al menos cuatro personas, mientras que unas 20 resultaron heridas. También existe un número indeterminado de personas que han muerto en otros ataques.
Irion ha denunciado que el ataque en Bangui es «un recordatorio de la frágil situación que vive el país en estos momentos», al tiempo que ha insistido en «lo urgente que es impedir que se expanda esta violencia».
«TODO LO QUE QUIERO ES PAZ»
El NRC ha solicitado que se garantice la entrada segura de las organizaciones humanitarias a República Centroafricana para que puedan ayudar a la población afectada por esta crisis. Algunas de las personas que se han visto obligadas a desplazarse se esconden en los matorrales y la inseguridad ha dejado a muchas de estas personas sin ningún tipo de asistencia para cubrir sus necesidades más básicas.
Zara Mamat es una de las víctimas del conflicto que tuvo que huir hace unos meses a Batangafo, una región situada al oeste del país, después de que asesinaran a su marido.
«Cinco de mis hijos aún están en Batangafo. Tengo miedo de lo que les pueda pasar. Todo el mundo está huyendo ahora de Batangafo. Todo lo que quiero es paz y saber que mis hijos están a salvo», ha contado Mamat.
Otra de las víctimas civiles de esta crisis es Aisha, tiene diez años y huyo de Batangafo hacia Gara Amou hace cinco meses junto a su madre y sus cinco hermanos. Su padre fue asesinado durante el conflicto. Y sus otros seis hermanos aún se encuentran en Butangafo.
«Me siento bien aquí. Podemos vivir en armonía con todo el mundo y juego con mis amigos», ha asegurado la niña. La familia de Aisha huyó de Batangafo porque los milicianos de Séléka amenazaron con matarles.
La niña ha contado que en una ocasión estos hombres intentaron secuestrarla desde una moto. «Pero aquí en Gara Amou no tengo miedo. Aquí la vida es tranquila», ha asegurado
Entre finales de 2016 y finales de 2017 más de 2.000 personas de la comunidad nómada de etnia fulani (peuhl) han llegado a Gara Amou, donde aseguran vivir en paz junto a la mayoría de cristianos que les han acogido.
Muchas de estas personas desplazadas proceden de zonas de los alrededores de Kaga Bandoro y Batangafo. El equipo de emergencias del NRC ha distribuido en la zona kits de higiene y utensilios de cocina a las nuevas personas que han ido llegando al pueblo.