El desplazamiento de civiles y la destrucción de inmuebles complican la situación de miles de personas que siguen sufriendo las consecuencias del conflicto desatado hace más de cuatro años en el este de Ucrania, donde los termómetros marcan ya temperaturas bajo cerco.
El Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) ha reforzado el reparto de ropa de abrigo, combustible y dinero entre la población más vulnerable, en concreto entre un colectivo de 15.300 personas del que forman parte ancianos, personas con discapacidad o enfermos crónicos.
La llegada del invierno supone una «dificultad añadida» para la población, con temperaturas que alcanzan los 10 grados bajo cero en enero y los 20 bajo cero en febrero, ha advertido la agencia, en un comunicado en el que ha apuntado que la situación ha llegado a tal punto que muchos tienen que elegir entre comprar comida y medicinas o combustible para calentarse.
«La situación es especialmente crítica en las zonas que no están controladas por el Gobierno, en las que el 40 por ciento de los hogares tienen necesidad de recibir combustible para calentarse, y un 90 por ciento precisan ropas de invierno e impermeables», ha añadido ACNUR, en alusión a las regiones de Donetsk y Lugansk.
En zonas controladas por el Gobierno central, la organización también ha proporcionado ayuda económica a un millar de hogares y chaquetas a más de 4.700 niños, mientras que también se han reforzado los refugios y las carpas en los puntos de control habilitados en la frontera ‘de facto’ entre los dos bandos, por la que cruzan de media un millón de personas.
ACNUR ha instado tanto a las fuerzas del Ejecutivo como a los rebeldes prorrusos a proteger a la población civil y a la infraestructura clave, «en cumplimiento íntegro e inmediato de la legalidad internacional», especialmente ahora que los observadores internacionales han detectado una escalada de los incidentes violentos.
LA VIOLENCIA AUMENTA
El jefe de la misión de observación de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), Ertugrul Apakan, ha expresado este martes su «preocupación» por el «drástico deterioro» de la situación de seguridad, en la medida que las violaciones del alto el fuego han alcanzado niveles inéditos desde febrero.
La misión ha registrado en la semana del 11 al 17 de diciembre casi 16.000 incumplimientos, un 35 por ciento más que en los siete días precedentes, según un comunicado.
La OSCE se ha ofrecido a facilitar el diálogo entre las dos partes, aunque Apakan ya les ha instado a respetar los Acuerdos de Minsk, aprobados teóricamente para avanzar hacia la resolución del conflicto. «Una vuelta a la normalidad, en la que los civiles puedan de nuevo retomar su día a día sin medio a los proyectiles o a las minas, es un primer paso para lograr una paz sostenible a largo plazo», ha añadido.
El conflicto ha provocado 1,5 millones de desplazados internos y un millón de refugiados, según los datos de ACNUR, que cifra en 37,6 millones de euros los fondos que necesitaba en 2017 para prestar asistencia a estas personas. La organización, sin embargo, sólo ha recibido el 35 por ciento de dicha cantidad.