El 9 de octubre de 2012, los talibanes irrumpieron en un autobús escolar que viajaba por el valle de Swat. Con un arma en la mano, subieron a su interior para preguntar ¿quién es Malala? Pensaron que apagarían la voz de la joven de 15 años, pero se equivocaron. Su voz ahora es más fuerte y se oye más alto. Su familia pensó que no volvería a verla con vida, sin embargo, logró salir del coma tras pasar dos semanas en un hospital de Birmingham, donde fue tratada del balazo que recibió en la cabeza.
En Yo Soy Malala cuenta su excepcional lucha por el derecho de las niñas a la educación en el valle pakistaní de Swat. En este valle verde de los primeros contrafuertes del Himalaya, poblado por tribus pastunas conservadoras, las mujeres salen de casa cubiertas, a menudo en silencio. Y con más razón desde 2007, cuando el paraíso turístico se volvió tierra de conflicto, invadido por los rebeldes fundamentalistas talibanes y luego por el ejército que los expulsó dos años más tarde.
Pero no siempre fue así. Todo empezó tras los ataques terroristas en Estados Unidos y el inicio de la guerra del terror puesta en marcha por EEUU contra los talibanes, un movimiento islámico fundamentalista. En libro, la joven describe que con su llegada empezaron las prohibiciones. Se cerraron los comercios, las tiendas de música y DVD. Se prohibieron las peluquerías, destruyeron los antiguos monumentos, se exhibieron los cadáveres y empezaron a cerrarse las escuelas. «Destruyeron todo lo viejo y no trajeron nada nuevo», escribe Malala.
En este nuevo ambiente, Malala agradece el pensamiento distinto con el que le educó su padre. Ziauddin Yousafza. Pensaba de otra manera. Fundó la escuela “El instituto empezó a funcionar en 2003. El primer años las clases era mixtas pero en 2004 el clima había cambiado tanto que era imposible que chicos y chica estuvieran juntos en la misma clase”.
Su padre le trasmitió el amor por el conocimiento y el espíritu curioso. A los 11 años empezó a dar entrevistas televisivas sobre la educación de las niñas. En 2009 empezó a escribir un blog para el servicio de la BBC en urdu bajo seudónimo. Empezó a ser bien conocida en Pakistán, y como tal un blanco potencial para el Talibán.
Malala ahora asiste a la escuela en Inglaterra, donde vive con su familia en la ciudad de Birmingham. Está dispuesta a regresar algún día a Pakistán dedicarse a la política.” Mi valle sigue siendo el lugar más maravilloso del mundo. “No se cuándo volveré pero se que lo volveré a ver”
En las páginas del libro confiesa que disfrutaba de la telenovela «Betty la fea» y que le gusta Angelina Jolie, se preocupa por sus ropas y su cabello, pero que también tiene una voluntad que le empuja luchar y defender el derecho de las niñas a la educación. Como expresó durante el discurso que pronunció durante la Asamblea de la ONU, “Un niño, un profesor, un libro y un lápiz pueden cambiar el mundo”
El libro, escrito por la periodista británica Christina Lamb, es un reflejo de la sociedad pastún y el excepcional relato de una familia víctima del terrorismo global.