«Mujeres y niños, primero». Esta frase se popularizó con el Titanic, después de que este transatlántico poderoso quedara sepultado en aguas del Atlántico Norte en su viaje inaugural a Nueva York el 10 de abril de 1912. Parecía que la práctica de dar prioridad a este grupo del pasaje en la evacuación formaba parte de la teoría de la navegación y la seguridad marítima. Pero nada de eso. Solo es el resultado de las normas de cortesía, «del buen hacer» y la cultura popular. Aun así, un agente de la policía relató a un medio británico que en el naufragio del crucero Costa Concordia este fin de semana se intentó que mujeres y pequeños abandonaran el barco en primer lugar.
Diego García, subdirector general de Seguridad Marítima de la Marina Mercante española, asegura que en las normas de seguridad se prima el sentido común, por lo tanto, se aconseja que sean los ancianos y los discapacitados los que embarquen primero en el bote salvavidas, o salgan por los sistema de evacuación, por ejemplo, en los trampolines hinchables.
¿Cuáles son las reglas de evacuación ante un naufragio? García explica que el protocolo se recoge en la Organización Marítima Internacional, dependiente de la ONU, pero que los detalles cambian en función del tamaño y la capacidad del barco. Pero hay una regla clara: «Un buque debe tener los medios suficientes a bordo para garantizar la salida de los viajeros, al margen de las ayudas terrestres que lleguen». Es decir, que el crucero dispondrá de los botes salvavidas y las salidas de emergencias necesarias para que todo el pasaje salga. El número depende, insiste García, del tipo de crucero.
Todo debe ir en proporción de la dimensión del buque. Las puertas, las salidas de emergencia, los pasillos… «Para un barco de 400 personas, los pasillos pueden medir 3 metros de ancho. En cambio, en un crucero para 4.000 viajeros, la longitud puede ser 7 metros. Pero todo eso, depende del diseño de la embarcación, que ha tenido que cumplir con los protocolos antes de navegar».
Desalojar el barco en menos de una hora
El subdirector de seguridad asegura que una hora es el tiempo límite que se establece para que el barco organice y ponga a disposición todos los medios de evacuación a los viajeros.
La orden de salida de la embarcación la da el capitán, e inmediatamente se activan las alarmas. Previamente a ese sistema de alerta al pasaje, el responsable de ese crucero deberá haber advertido a los medios terrestres del accidente.
Una vez que se ha activo la alerta, la tripulación acude a los distintos puestos de control para organizar la salida ordenada de los viajeros.
Diego García subraya que la situación de pánico es muy difícil de evitar, y más en un barco de 4.000 viajeros, que han tenido que hacer un curso de salvavidas y de evacuación una vez que han embarcado. Pese a los nervios y la angustia, es fundamental que acaten las instrucciones del personal de la naviera y se agrupen en pequeños corrillos siguiendo las indicaciones.
¿Qué pasó en el Costa Concordia?
Diego García no se aventura a sacar conclusiones sobre la evacuación del Costa Concordia porque hay una investigación en marcha. En todo caso, apunta que siempre hay varios factores que explican el resultado del naufragio -todavía hay 25 desaparecidos-. En el caso de este crucero, destaca que el momento del accidente, durante la noche, supone un agravante en la evacuación.
Las pesquisas siguen su marcha, pero según varias informaciones, el capitán tardó demasiado en lanzar la señal de alarma tras el accidente. «Creo que para saber lo que ha pasado es necesario ir más allá del accidente, antes de constatar que la avería es tan grave que supone la muerte del barco».
Sobre la actuación del capitán, García considera que el accidente es irreparable, pero la maniobra de encallar el buque es mejor que intentar reconducirlo hasta que al final se vaya a pique.