«Ni siquiera hablo albanés», exclamó Leonarda Dibrani, una gitana kosovar de 15 años expulsada de Francia tras ser detenida por la policía francesa en un autobús escolar, al descubrir los suburbios de Mitrovica, en el norte de Kosovo, donde ahora vive con su familia.
«Aquí no tengo posibilidad ninguna, no conozco a nadie, no tengo casa y, si Dios existe, nos tomaremos el primer avión que vaya para Francia», agregó, en declaraciones a la AFP.
«Aquí tengo miedo (…) No quiero ni salir de casa. Allá tenía libertad, no quiero quedarme aquí», afirmó.
La expulsión a Kosovo de la familia de Leonarda generó críticas en Francia contra el ministro del Interior Manuel Valls, tras varias semanas de polémica sobre la situación de unos 20.000 gitanos presentes en Francia.
El 9 de octubre, Leonarda, que vivía en Levier, en el este de Francia, y objeto junto a sus padres y sus cinco hermanos de una orden de expulsión, fue detenida por la policía en un autobús escolar y expulsada del país.
«Todos mis amigos y mis profesores lloraban. Me dolió mucho. Cuando vieron a la policía, algunos me preguntaron si había matado a alguien o robado algo», cuenta.
«Le dije a los policías que lo que ocurría no era normal y que no soy de Kosovo. Me dijeron que mi padre me esperaba en el aeropuerto», añade.
Los hijos de los Dibrani nacieron en Francia o Italia.
Leonarda, quien no habla albanés, se niega, al igual que sus hermanos, a asistir a clase y sólo puede comunicarse con los kosovares cuando su padre Reshat, de 47 años, hace de intérprete.
«No sé por qué nos hicieron esto. No hicimos nada malo. Lo hicieron porque somos gitanos. Nos hubieran tratado de otro modo si nuestra piel fuera de otro color», dice Reshat.
La policía «nos dio sólo media hora para hacer las maletas e irnos de nuestro apartamento», recuerda la esposa de Reshat, Xhemaili, de 41 años.
«Les dije que no teníamos dónde alojarnos (en Kosovo) y me contestaron que teníamos que regresar al lugar del que venimos», añade.
Las autoridades kosovares instalaron a la familia Dibrani en el primer piso de una casa, en el barrio de Ilirida, en Mitrovica, donde tienen dos habitaciones y una pequeña cocina.
Se les otorgó una prestación social, no pagan alquiler y se les dio leña para pasar el invierno. No obstante, los Dibrani están preocupados, ya que la ley vigente prevé que esta ayuda dure como máximo un año.
CONTROVERSIA EN FRANCIA
El caso de la deportación de la joven estudiante gitana saltó a la luz el lunes, y desde entonces las redes sociales están inundadas de mensajes y críticas contra el gobierno, y en particular contra el ministro del Interior Manuel Valls, que sin embargo sigue siendo la personalidad política más popular del país.
La controversia, que llegó ya a las filas de la mayoría gubernamental, se produce tras varias semanas de polémica sobre la situación de unos 20.000 gitanos presentes en Francia.
Valls, figura ascendente del Partido Socialista y político favorito de los franceses, según las encuestas, había escandalizado a una parte de la izquierda francesa al poner en duda la capacidad y la voluntad de los gitanos de integrarse a la sociedad francesa.
El ministro del Interior se defendió de las críticas por la la deportación de la alumna gitana, que llevaba cuatro años escolarizada en Francia.
Valls declaró que se había limitado a «aplicar con firmeza las medidas de expulsión velando escrupulosamente por el respeto del derecho de los extranjeros que son objeto de esas medidas».
Sin embargo, el martes, a medida de que aumentaban las críticas en filas de su propio partido, Manuel Valls lanzó una «investigación administrativa» sobre las «condiciones» de la expulsión de la adolescente kosovar.
El jefe de los diputados socialistas, Bruno Le Roux, opinó que «no se puede ir a buscar a los niños a la escuela» y responsabilizó al prefecto por la acción.
«En este caso fue durante los horarios escolares. Se podía esperar y postergar» la detención, estimó.
El presidente socialista de la Asamblea nacional, Claude Bartolone, expresó su indignación en un tuit. La izquierda «no puede transigir con los valores, so pena de perder su alma».
El ministro de Educación Vincent Peillon exigió por su parte que «se convierta a la escuela en santuario» y que «esa situación no vuelva a repetirse».
«Que en el futuro se mantengan nuestros principios de humanidad», reclamó Peillon, al tiempo que el líder del Partido Socialista, Harlem Desir, exigió el regreso de la estudiante a su clase.
El Partido de Izquierda (PG) de Jean-Luc Melenchon fustigó el martes la «política inhumana» del ministro del Interior. «Manuel Valls no puede decretar que los gitanos no se integran e ir a sacarlos hasta de las escuelas», denunció el PG.
El portavoz del Partido socialista David Assouline estimó «insoportable» e «inadmisible» la interpelación de la estudiante, y el diputado socialista Pouria Amirshahi manifestó su «horror» y exigió el «retorno inmediato a Francia de Leonarda y de su familia».