La radicalización de jóvenes europeos preocupa. Cientos de ellos han acudido, después de ser criados en la Europa más occidental, a luchar en Siria e Irak. A hacer la yihad. Mientras las fuerzas de seguridad intentan comprender porqué se radicalizan, el cerco se estrecha sobre los predicadores radicales que forman parte del »engranaje» de radicalización de estos jóvenes.
Así, las autoridades europeas han comenzado a investigar a predicadores, intentando vetarles en caso de que sus discursos inciten al odio. Algunos, como Anjem Choudari, en Reino Unido, son bien conocidos por las fuerzas de seguridad. En muchos casos, son los propios fieles los que denuncian a los radicales, como ocurrió recientemente en la localidad navarra de Tudela. Pero en otros, nadie denuncia y jóvenes en situaciones de especial fragilidad pueden ser fácilmente »engatusados» y radicalizados al extremo.
En particular, a Francia le preocupan sus mezquitas. En concreto, le preocupa la »toma» de sus centros de culto de una de las variantes más radicales del Islam: los salafistas. Una investigación del Ministerio del Interior francés a la que ha tenido acceso el diario Le Figaro ha cifrado en 89 las mezquitas y centros de rezo que están bajo el liderazgo de esta variante del Islam. Hace 4 años eran sólo 41. Y otros 41 centros de rezo estarían en línea para que esta rama del Islam se instale en ellas.
El salafismo es un movimiento sunnita que reivindica el retorno a los orígenes del islam, fundado en el Corán y la Sunna, y es a menudo vinculada con una aproximación a la religión puritánica, estricta y cerrada. Según diferentes fuentes, incluídas las de la inteligencia alemana, es la variante religiosa que más rápido crece dentro de mundo musulmán. Aún así, es minoría.
Según el documento filtrado al diario francés, los salafistas están aumentando su presencia en Francia para así aumentar su influencia. Mientras que los predicadores aseguran rechazar la yihad, las fuerzas de seguridad francesas temen que se conviertan en «viveros» de yihadistas, que siguen su estricta visión de la religión. Los salafistas defienden la separación de los musulmanes de los »no creyentes», por ejemplo, llevando a una visión del mundo que podría llevar al extremo. Y es demostrado que muchos de los jóvenes que están llendo a Siria, más de 1.000 en el país galo, han sido radicalizados y enseñados por predicadores de corte salafista.
Lo preocupante para las autoridades francesas es que la »toma» de estas mezquitas responde a una estragegia de esta variante del Islam. El patrón que siguen es el mismo en casi todas: buscan derrocar al liderazgo ya existente en cada centro de rezo, para forzar a un cambio y tomar así ellos el poder.
El medio Le Figaro lo explica: llegan los salafistas, extienden rumores sobre el actual liderazgo de la mezquita y piden una Asamblea General, en la que toman el poder. Algo que ha comenzado a inquietar a las autoridades galas, que recientemente aprobó su nueva legislación antiterrorista para poder luchar de forma más efectiva contra esta nueva amenaza.