A Manuel Valls los propios integrantes socialistas ya se le han revuelto con la polémica aprobación de la Ley Macron. Los llamados frondistas galos, esos que ya le dieron más de un dolor de cabeza a Manuel Valls este verano, los que se coaligaron más a la izquierda de Hollande, son los que han traído por la calle de la amargura al primer ministro. Valls se ha visto obligado, en vista de los acontecimientos, a poner encima de la mesa el decretazo y a llevarse como disgusto el sometimiento a una moción de censura emitida desde las filas del partido conservador UMP, de la Unión de los Demócratas Independientes y del Frente de Izquierda.
No como en España, en la que la noticia es cuando un político se desvía de la disciplina de voto impuesta por el partido.
Los socialistas rebeldes de sus propias filas se han unido y han dejado de manifesto que las cosas con su primer ministro no van bien. La falta de entendimiento ha llevado a Valls a que los grupos parlamentarios hayan emitido la moción de censura, un hecho que, a la luz de los titulares de la prensa, no ha hecho mucha gracia al entorno político. Es más, la medida, aunque perfectamente legal, se considera completamente antidemocrática.
En cuanto a la moción de censura que se perfila en el horizonte cabe destacar que tiene pocas opciones de prosperar pero que ya ha puesto en pie de guerra al socialismo galo. De los 577 diputados que componen la cámara 288 son de la bancada socialista, 198 forman parte de la Unión por un Movimiento Popular, los Verdes 18 y 15 los Comunistas.
Este verano los seguidores más izquierdistas del socialismo republicano francés se reunieron en la Rochelle bajo el nombre “Vive la gauche”, entre los que estaban miembros reelegidos del gobierno como Christiane Taubira, la ministra de Justicia. Este grupúsculo de los llamados “frondistas” parecían en ese momento desafiar al primer ministro y su estela liberal pero lo cierto es que Valls le restó importancia en ese momento, al parecer no lo consideró como una amenaza directa para su mandato.