Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) se han definido como «un partido político en armas» que se vio abocado al conflicto porque «las vías democráticas legales fueron cerradas violentamente», coincidiendo con el 51º aniversario de su creación.
«Las FARC somos un partido político en armas, desde el mismo día de nuestro nacimiento», han afirmado en un comunicado. «Teníamos en Marquetalia nuestras ideas y propuestas para las colonias agrícolas derivadas de la amarga noche de violencia liberal conservadora, pero ante la enorme arremetida de que fuimos víctimas en 1964 elaboramos el Programa Agrario de los Guerrilleros», han recordado.
Han sostenido que son «oposición política alzada en armas porque la violencia y el terror de Estado imperantes en Colombia se han encargado de proscribir las expresiones políticas de inconformidad con el régimen». «Lo que reclaman los ecos de nuestros fusiles es el derecho a expresar las ideas libremente y a hacer política con ellas, sin que les metan dos disparos en la nuca en la puerta de su casa», han afirmado.
Así, para la guerrilla su lucha armada de más de medio siglo «ha sido la expresión particular de una lucha económica, ideológica y política universal, que enfrenta los poderes del capital, el latifundio y la violencia, contra las aspiraciones de los pueblos, los trabajadores y la paz».
«Nos alzamos en armas porque en nuestro país las vías democráticas legales fueron cerradas violentamente para el ejercicio de la actividad política opositora; porque pronunciarse contra la injusticia del sistema capitalista y la exclusión del régimen político vigente, fue convertido en crimen; porque la cárcel y la tumba se hicieron destino seguro, para quienes se negaran a seguir la voz de la oligarquía arrodillada ante Washington», ha subrayado
Las FARC han asegurado que su «preocupación principal» ha sido y sigue siendo «la conformación de un gran movimiento político que se constituya en verdadera alternativa de transformación democrática para el país». «Un gigantesco torrente de masas que tenga la capacidad de arrinconar la oligarquía dominante en Colombia y arrebatarle el poder», ha apuntado.
TREGUA BILATERAL
En consecuencia –han argumentado– «no han dejado de asimilar nunca la idea de la paz con las de democracia y justicia social porque la pobreza y las carencias, las inequidades propias de la desigualdad social y los privilegios políticos, son la principal fuente de inconformidad y protesta contra un régimen».
«En este 51º aniversario, reiteramos que sin los derechos a la vida, la integridad personal y la libertad de los opositores, sin la vigencia de garantías ciertas para el ejercicio de su actividad política, sin el resarcimiento de sus derechos violados, es inútil pensar en la finalización del conflicto», han advertido.
La insurgencia ha señalado como principal obstáculo para el éxito del diálogo de paz en La Habana «pensar que el conflicto colombiano terminará por la vía de la fuerza y el sometimiento». «El imperialismo y la oligarquía debieran entenderlo ya tras 51 años de intentos frustrados», ha considerado.
En concreto, ha mencionado «la reiterada negativa a acordar un cese bilateral de fuegos y la insistencia en conversar en medio de la confrontación hasta el último día» que, a su juicio, «sólo puede interpretarse como la aspiración a obtener mediante ríos de sangre nuestra rendición en la mesa de negociaciones».
«Más cuando se desprecian nuestros gestos unilaterales de paz y se reacciona con escándalo, amenazas y emplazamientos a nuestra más que justificada respuesta militar», ha añadido.
También ha aludido a «otras sombras siniestras» que no dejan avanzar el proceso de paz, como la insistencia del Gobierno «en aprobar un marco legal para la paz y una justicia transicional, acordes con el interés exclusivo de ciertos sectores comprometidos hasta los huesos en los más diversos crímenes».