El exembajador socialcristiano y experto nicaragüense en política internacional Mauricio Díaz aseguró hoy que «el diálogo debería instalarse a la mayor brevedad posible» en el país y que los interlocutores «deberían sentarse de una manera urgente».
Nicaragua vive pendiente del diálogo que en próximas fechas, todavía sin especificar, protagonizarán el Gobierno y el Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep), con la Conferencia Episcopal (CEN) como mediador tras las violentas protestas en el país.
Los enfrentamientos violentos tras el anuncio de una reforma a la seguridad social, finalmente derogada, han dejado al menos 38 muertos y un total de 48 desaparecidos, según el Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (CENIDH), mientras que otras organizaciones humanitarias incrementan esta cifra hasta las 63 víctimas.
«El peligro de este tipo de negociaciones es que el Gobierno suele terminar ganando por las prácticas dilatorias», indicó hoy Díaz en declaraciones a Efe.
«Hay que crear ya las condiciones y forzar el diálogo porque el tiempo pasa», añadió.
A juicio de Díaz, «el Gobierno ha aceptado el diálogo para oxigenar a los suyos, terminar ganando tiempo y salir fortalecido».
Agregó que el escenario actual «es una medición de fuerzas».
El también exmiembro de la Junta Directiva del Parlamento Centroamericano (Parlacen) mostró su temor a que «el Gobierno vaya ganando tiempo, dividiendo y encontrando grietas».
«Si dejamos pasar el tiempo, corremos el riesgo de que se pierda el diálogo», apuntó.
Díaz propuso que en la mesa del diálogo se convoque «al Alto Comisionado para los Derechos Humanos de Naciones Unidas y a la Organización de Estados Americanos».
Además, instó a los actores a incorporar en las negociaciones asuntos como la creación de una comisión de la verdad independiente que esclarezca los sucesos y temas de institucionalidad democrática como los derechos humanos o el adelanto de las elecciones generales.
Finalmente, el exembajador calificó como «una regresión brutal al medievo» la represión y los enfrentamientos violentos y alertó del impacto negativo que tendrá sobre la imagen de Nicaragua y del presidente, Daniel Ortega.
«El Gobierno se quitó la careta represiva y criminal, quedó clara su naturaleza», concluyó.