El reciente viaje del monarca español a Marruecos, acompañado por una amplia representación diplomática y comercial prueba que las relaciones entre España y Marruecos pasan, quizás, por su mejor situación en décadas. La amplia colonia de marroquíes en España y la de españoles en Marruecos, cada vez más abundante, inclina a ambos gobiernos a cuidar estas relaciones. España es hoy el principal socio comercial de Marruecos y dado el crecimiento económico de este país – que aunque no llega para considerarle una potencia emergente empieza a ser significativo – parece prioritario para ambos que dichos vínculos crezcan y se afiancen.
“La relación con Marruecos es compleja pero no conflictiva. Las cosas que nos acercan son muchas más que las que nos separan. Al margen del contencioso histórico y territorial, somos dos países limítrofes, con vínculos sociales, culturales y económicos y multitud de intereses comunes. Estos intereses son las que deben definir nuestras relaciones”, explica la profesora de Relaciones Internacionales del CEU y experta en el mundo árabe, María Dolores Algora.
Desde la pérdida del Sahara hasta la misión diplomática y comercial de esta semana, han sido muchos los encuentros y desencuentros que han jalonado la relación bilateral entre ambos países. Algunas son recurrentes, como Ceuta y Melilla, el Sahara o el conflicto pesquero, otras son puntuales, como el reconocimiento del estado de Israel o la invasión de Perejil. Esta es la historia de nuestros encuentros y desencuentros:
Conflicto pesquero. El de la pesca ha sido uno de los problemas más recurrentes en las relaciones bilaterales hispano marroquíes desde que estallara el conflicto unos pocos años después de la pérdida del Sahara, cuando Marruecos empezó a imponer condiciones más allá del acuerdo que permitía a 800 barcos españoles faenar en algunos de sus calderos. “En el momento en el que España se integra en la UE las negociaciones pasan a otro nivel, si bien los problemas siguen existiendo”, afirma el profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de Navarra, Francisco Javier Caspistegui.
España inicia relaciones diplomáticas con el estado de Israel. Una de las situaciones en las que la relación de España y Marruecos se puso a prueba, demostrándose que estaba muy madura fue el reconocimiento, por parte de España, del Estado de Israel. “Aquello suponía un replanteamiento de las relaciones entre España y los países musulmanes, con Marruecos a la cabeza. Hubo cierta tensión pero se superó con relativa facilidad, lo que implica que había madurez en la amistad”, explica el profesor.
Sahara. España tiene una postura clara en este aspecto que coincide con la de Naciones Unidas y que pasa por un referéndum de autodeterminación, una solución de la que Marruecos no quiere oír hablar salvo que le garanticen que en el referéndum saldrá vencedora su postura. De momento, el conflicto está encallado y quienes lo sufren son los saharauis, con los que España tiene un deber histórico.
Perejil. Concebida en España – por algunos sectores – como una actuación prepotente de nuestro ejército, cuando no cómica, en Marruecos Perejil se tomó como un problema importante que se extrapolaba con facilidad a los conflictos territoriales de Ceuta y Melilla. Para el diplomático Inocencio Arias, la actuación de Aznar fue correcta puesto que recuperó el islote sin hacer ostentación de fuerza y moviendo todos los hilos diplomáticos posibles. La crisis diplomática afectó a la relación entre las coronas y don Juan Carlos no asistió a la boda del monarca aluita, que se celebró por estas fechas.
Inmigración. Los problemas de inmigración se acentuaron en 2005 con las sucesivas avalanchas a las fronteras de Ceuta y Melilla que se saldaron con varios muertos, aunque se trata de un problema encallado que nunca ha dejado de existir. No quedan muy lejanas las críticas del Gobierno español a la dejadez – cuando no complicidad – de las autoridades marroquíes respecto a toda la inmigración subsahariana que atraviesa su país para llegar al nuestro en oleadas a través de las fronteras de Ceuta y Melilla, aunque la situación ha mejorado en los últimos años.
Intercambios humanos y comerciales. España es uno de los principales destinos de los inmigrantes marroquíes, además de lugar de paso obligado y conexión principal con Europa. La colonia de españoles en Marruecos también ha aumentado notablemente, así como nuestras relaciones comerciales, sobre todo en sectores como la construcción, la agricultura y el turismo.
Formación y empleo. Muchos universitarios marroquíes escogen España como lugar de formación, tanto para sus estudios principales como para realizar masters o posgrados. Esto hace que muchos de ellos se queden en España para iniciar su carrera profesional. Además, España ha acogido a muchos trabajadores marroquíes en sus años de bonanza económica, si bien en este caso se trataba de profesionales poco cualificados y destinados a sectores como la construcción o la agricultura. También es habitual que muchos oficiales marroquíes se formen en nuestras escuelas militares.
Espejo democrático. Desde el estallido de la primavera árabe y el inicio de las reformas políticas impulsadas por Mohamed VI, España ha servido de guía y laboratorio para la transición que ellos tratan de emprender. “Hemos podido aportar una experiencia en materia democrática y también en otros aspectos sociales importantes como pueden ser los derechos de las mujeres. En este sentido, Marruecos y Túnez son los países musulmanes que más han avanzado y desde España se presta mucha ayuda y soporte para que así sea”, afirma la profesora María Dolores Algora.
Colaboración en Seguridad y defensa. Tanto desde el ámbito bilateral como multilateral los dos países colaboran estrechamente en aspectos como la lucha contra el terrorismo, contra los tráficos ilícitos, contra la inmigración irregular… “Muy poca gente habla de que un año después de Perejil, España y Marruecos participaron de forma conjunta en una misión de paz internacional en Haití que fue además un ejemplo de colaboración para la ONU”, explica la profesora.