Siria se ha convertido en el objetivo número uno de la yihad internacional. Grupos terroristas afines a Al Qaeda han desplegado en Siria a miles combatientes con pasaporte de algún país del espacio Schengen. El crecimientos de facciones islamistas dentro de las fuerzas rebeldes ha beneficiado a Al Assad, que ha justificado buena parte de sus atrocidades en la lucha contra el terrorismo.
Al menos 11.000 combatientes extranjeros, de 74 países, luchan actualmente en el frente rebelde de la guerra siria, de los cuales cerca de 2.000 son europeos.
Los extranjeros, que viajan a Siria para sumarse a los grupos yihadistas, participan en los combates, pero también en atentados suicidas. Los combatientes europeos proceden de al menos 15 países.
Según los expertos, hay hasta 700 combatientes de Francia, 300 de Bélgica, 240 de Alemania, unos 400 del Reino Unido y al menos un centenar de España.
El 80% de los extranjeros que luchan en Siria son árabes y europeos, pero también se han identificado individuos procedentes del sudeste asiático,EEUU, Australia y países africanos no árabes.
Los cinco países con mayor número de combatientes extranjeros en Siria son de Oriente Medio: Jordania lidera las cifras con 2.089, seguido de Arabia Saudí (1.016), Túnez (970), y Líbano (890).
El temor de los servicios de inteligencia es el retorno de estos combatientes. «Uno de cada nueve combatientes europeos en Siria es probable que cometa atentados una vez regrese a su país de origen», señala Noman Benotman, presidente de la Fundación británica Quilliam.
Francia, Bélgica, Alemania, Italia, y el Reino Unido han pedido al Parlamento Europeo crear una base de datos que permita controlar a los combatientes europeos que viajan a Siria.
En el país galo se ha creado una asociación de familiares de yihadistas que han viajado a Siria. El objetivo es sensibilizar a colectivos sociales vulnerables del peligro de en redes radicales. La asociación francesa la ha impulsado Dominique Bons; su hijo Nicolas se inmoló en un atentado cerca de Homs en diciembre.