Maurer, que ha realizado una visita de cinco días a Damasco y el noreste de Siria, ha destacado que en el lugar se encuentran 74.000 personas, antes de añadir que «las necesidades son enormes» y que el lugar «está saturado».
«La atención mediática se ha concentrado en la situación de los combatientes extranjeros. Sin embargo, ellos representan un pequeño porcentaje de las personas alojadas en Al Hol y en otros campamentos», ha explicado.
Así, ha sostenido que «alrededor del 90 por ciento de quienes llegan al lugar son mujeres y menores de edad, que, en muchos casos, han atravesado experiencias sumamente traumáticas».
«En las últimas semanas, decenas de niños han fallecido a causa del frío y de las condiciones de vida en Al Hol», ha lamentado. El Comité Internacional de Rescate (IRC) detalló el jueves que al menos doce personas habían muerto en la noche del miércoles tras llegar al campamento.
En este sentido, Maurer ha relatado el caso de una mujer de 24 años que había dado a luz en el trayecto y que diez horas más tarde de llegar al campamento estaba a la espera de agua, alimentos y una tienda de campaña donde dormir.
«Todas estas personas son seres humanos que tienen derecho a recibir un trato humano. No dejemos que el exaltado discurso en torno de los combatientes extranjeros nos impida ver el sufrimiento ocasionado por la emergencia humanitaria que se vive hoy en el noreste de Siria», ha dicho.
Sin embargo, ha reconocido que «es difícil exhibir valor moral ante la ansiedad pública y la presión política», si bien ha destacado que el CICR «está a la altura de las circunstancias».
«Los Convenios de Ginebra, de cuya firma se cumplen 70 años este 2019, no dejan a nadie fuera del derecho, sin importar qué delitos pueda haber cometido una persona», ha recordado.
«MANIFESTAR VALOR MORAL»
Por ello, Maurer ha pedido a los estados que «manifiesten en sus actos ese valor moral» y «tratar a todas las personas con humanidad y dignidad, según el derecho y las garantías del debido proceso».
En esta línea, ha pedido que se mantenga unidas a la familia, en la medida de los posible, y se resista a «la presión de utilizar un discurso deshumanizante, que no hace más que perpetuar el problema».
«En el campamento de Al Hol, junto con la Media Luna Roja Árabe Siria, estamos haciendo todo lo que está a nuestro alcance para entregar alimentos a las personas recién llegadas, habilitarles el acceso al agua, poner a su disposición tiendas de campañas y atención médica esencial, así como para restablecer el contacto entre familiares», ha puntualizado.
Maurer ha reiterado que, pese a ello, «es evidente que se necesita mucho más: más refugio, más alimentos, más agua potable, un mejor saneamiento y más servicios de salud».
«En el resto de Siria, a ocho años del inicio de este desastroso conflicto, la violencia no ha llegado a su fin. Se ha registrado una escalada reciente de los enfrentamientos y de la violencia en algunas zonas del interior de Idlib y en los alrededores», ha recordado.
«Decenas de miles de personas han sido desplazadas como consecuencia de un rebrote de las hostilidades. Cualquier resurgimiento de la violencia empeorará aún más su situación», ha zanjado.