La llegada del programa infantil estadounidense ‘Barrio Sésamo’ a Afganistán es un pequeño paso en un país controlado por grupos islamistas radicales, aunque la censura será inevitable, ha señalado a Teinteresa el profesor de estudios árabes e islámicos de la Universidad Autónoma de Madrid, Waleed Saleh.
En algunos países del mundo árabe, “los dibujos animados resultan agresivos y satánicos”. En lugares como Arabia Saudí se prohibió la emisión de dibujos como ‘Mickey Mouse’ o ‘Tom y Jerry’, porque se consideraba una aberración que unos roedores adoptasen costumbres propias del ser humano. El ratón se consideraba “un ser repulsivo”, señala Saleh.
Hasta ahora en Afganistán la programación televisiva no daba cabida a programas educativos como Barrio Sésamo. Hay todavía una “actitud anclada en el pasado, alejada de cualquier modernización”, que hace muy difícil la implantación de este tipo de programas en la parrilla televisiva.
Los contenidos occidentales, que se consideran desacordes con las enseñanzas religiosas del Corán, son objeto de censura, asegura el experto, que considera que Barrio Sésamo también deberá estar adaptado completamente a las costumbres y prácticas del país para conseguir pasar la inspección de los líderes religiosos con gran poder de decisión en el país.
El experto considera positivo la emisión del programa estadounidense pues puede ayudar a disminuir la actitud radical de la sociedad del futuro, además de ser de gran ayuda desde el punto de visto educativo para que los niños, ya que muchos de ellos no están escolarizados.
Aunque el gobierno de Karzai, apoyado por Estados Unidos, está a favor de este tipo de iniciativas “aperturistas”, el poder de las autoridades afganas es todavía muy limitado en el país, controlado en muchas zonas, más allá de Kabul, por los talibanes, especialmente en la frontera con Pakistán.
Un paso adelante para una sociedad anclada en el pasado
El pueblo afgano se ha radicalizado en los últimos años. Los grupos islamistas en Afganistán cogieron fuerza tras la intervención soviética y estadounidense.
Antes de la incursión extranjera, la sociedad era mucho más abierta, como lo demuestra el gesto en 1924 del rey del país en el cual durante una aparición pública le retiró el velo a su esposa para reivindicar los derechos de las mujeres.
Hasta principios de los 80 las mujeres estudiaban, no acostumbraban a llevar el pañuelo. Hoy, la proliferación de grupos extremistas como los talibanes han hecho que la sociedad se radicalice.
La mayoría de las mujeres llevan el burka, que les tapa todo el cuerpo, aunque muchas de ellas seguramente por miedo y para evitar el acoso de grupos radicales. “Una buena parte de ellas si tuviera la libertad no lo llevaría”, apunta Saleh.
Iniciativas como estas van, según Saleh, en la buena dirección. Aunque el programa deberá tener un cuidado excepcional para no tocar temas que puedan ser susceptibles de dañar algunas sensibilidades, el espacio ayudará para ir cambiando las mentalidades de la juventud, que son, al fin y al cabo, el futuro del país.