A través de un comunicado, Ban ha mostrado su especial interés por la situación en el mar de Andamán y el estrecho de Malacca, donde todo apunta a que miles de personas están siendo abandonadas en barcos de mafias. Asimismo, ha instado a los gobiernos a que garanticen las operaciones de rescate en el mar y a que prohíban las devoluciones, para lo que es imprescindible que mantengan sus fronteras y puertas abiertas.
En última instancia, ha señalado la necesidad de organizar una cumbre regional y ha pedido a todos los líderes del sureste asiático que intensifiquen sus esfuerzos individuales y colectivos para hacer frente a «esta preocupante situación y sus profundas causas, que a menudo constituyen violaciones de los Derechos Humanos». Por ello, ha enfatizado la necesidad urgente de dar una respuesta temprana, efectiva y en consonancia con el Derecho Internacional.
El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) ha informado de que al menos 300 personas han muerto en el mar como resultado del hambre, la deshidratación y los abusos de los tripulantes durante el primer trimestre de este año y ha advertido de que la situación podría degenerar en una «crisis humanitaria masiva».
Este jueves Tailandia ha negado el permiso a un barco con 300 inmigrantes a bordo para que atracase en tierra. A comienzos de semana, Indonesia entregó alimentos, agua y suministros médicos a unos 500 pasajeros de una embarcación frente a la costa de Aceh, en el noroeste, antes de enviar el barco hacia Malasia.