El tren viajaba desde Nueva York a Washington con 242 personas a bordo cuando descarriló en torno a las 21.30 (hora local) en Filadelfia. «Nunca había visto nada igual en mi vida», ha dicho en una rueda de prensa el alcalde Michael Nutter, quien tras visitar la zona ha descrito la situación como un «desastre absoluto».
«No sabemos lo que pasó aquí. No sabemos por qué ocurrió esto», ha apostillado Nutter. Tanto la Junta Nacional de Seguridad del Transporte como el FBI han subrayado que no existen pruebas que apunten a ninguna hipótesis más allá del accidente.
Las autoridades habían informado inicialmente de cinco víctimas mortales, pero el Hospital de la Universidad de Temple ha añadido este miércoles por la mañana un sexto fallecido. Un miembro de los servicios de emergencia citado por NBC News ha advertido de que el balance podría aumentar, toda vez que aún no han retirado todo el convoy.
Tanto los seis vagones como la cabina se salieron de las vías cuando, según testigos, el tren comenzaba a girar en una curva. «Estabamos circulando sin problemas y, de repente, quedamos de lado», ha contado a NBC uno de los pasajeros, Don Kelleher, mientras que otro, Max Helfman, ha dicho que «las maletas caían sobre la gente».
El gobernador de Pensilvania, Tom Wolf, ha prometido que las autoridades estatales harán «todo lo que puedan» para ayudar. La zona donde se produjo el siniestro ya fue escenario en 1943 de uno de los accidentes más mortíferos de la historia de Estados Unidos, con 79 muertos, según CNN.