19 de diciembre de 2016. Un terrorista ataca con un camión Breitscheidplatz, un concurrido mercado navideño de Berlín. Era el primer atentado yihadista que se producía en territorio alemán.
Anis Amri no actuó en solitario, como se dijo, sino que tuvo una extensa célula yihadista que opera en Alemania a su disposición. El atentado se cobró la vida de 12 personas y medio centenar de ellas fueron heridas. Cuatro días después fue abatido por la policía italiana en Milán.
El joven de origen tunecino fue captado por una red instalada en los estados de Renania del Norte-Westfalia y Baja Sajonia, desde donde recibió las instrucciones del ISIS.
Para ello, Amri se reunió con Ahmad Abdulaziz Abdullah, iraquí salafista (rama que hace una interpretación radical del Islam), líder del ISIS en el país germano (actualmente en prisión) y autor «intelectual» del atentado, según desvela el periódico semanal Die Zeit, en una investigación publicada en el segundo número del mes.
Medidas de seguridad
Berlín está nublado, las temperaturas mínimas rozan los cero grados y esta semana podría nevar. Pese a ello, el mercadillo de Breitscheidplatz sigue reuniendo a decenas de personas que pasean entre los comercios, decorados con luces de colores y árboles de Navidad.
En Alemania hay 2.600 mercadillos navideños que cuentan con gran popularidad, tanto entre los propios alemanes como entre los turistas. Los comercios sirven glühwein, vino caliente típico de algunos países del norte de Europa, frutos secos caramelizados, chocolate con churros o crêpes con nutella, entre otros productos.
Enfrente de uno de esos comercios hay un furgón policial que vigila la entrada al recinto: es una de las medidas del gobierno para fortalecer la seguridad. El furgón policial va acompañado de bloques de hormigón que impiden la irrupción de vehículos en la zona, según ha podido confirmar teinteresa.es.
Las medidas van en consonancia con lo implementado por otros gobiernos de la Unión Europea (UE), que han reforzado la presencia policial en las plazas más transitadas de sus ciudades y han incorporado bolardos o bloques de hormigón para impedir atentados con camiones.
El refuerzo de este dispositivo de seguridad coincide con las alarmas que saltaron en los mercadillos navideños de Potsdam y Berlín, después de que se encontraran dos paquetes sospechosos que podían contener explosivos. Sin embargo, la hipótesis terrorista fue descartada rápidamente.
Fallos de prevención
Anis Amri podría haber sido encarcelado (como mínimo de forma temporal), antes de que cometiera el atentado, según Bruno Jost, exfiscal general del Estado, tras seis meses de investigación.
En un informe de 72 páginas en el que ha recabado información sobre el caso, Jost cree que el terrorista, que estaba bajo vigilancia, debería haber sido puesto a disposición judicial.
«Todo lo que se pudo hacer mal, se hizo», en referencia a la liberación de Amri después de su detención. «Las actuaciones fueron inadecuadas, tardías o poco profesionales», concluyó.
También resulta sorprendente que el terrorista escapara de la policía alemana y francesa antes de ser abatido en Milán, lo que revela los graves errores que las autoridades cometieron antes, durante y después del atentado.
Mala gestión gubernamental
Al papelón de las autoridades policiales hay que sumar el papelón del gobierno presidido por Angela Merkel. Las víctimas y familiares han denunciado haberse sentido desamparadas por el Estado y han acusado a la canciller alemana de frialdad y poca empatía.
Merkel ha tardado un año en recibir a los familiares y víctimas del atentado, en una reunión que se produjo a puerta cerrada, días después de que la asociación de víctimas publicara una carta abierta en la revista Der Spiegel, donde se recogen las quejas ante el trato recibido por el Gobierno.
Pese a los graves errores cometidos por el Estado, las víctimas apenas han recibido compensaciones económicas, calificadas de «insuficientes» por la propia gobernante alemana.
Lukasz Urban fue la primera víctima del atentado terrorista. Anis Amri le asesinó para hacerse con el vehículo utilizado en el atropello masivo. Sus padres, Jannina y Henryk Urban, irán a los tribunales, ante lo que consideran un desagravio por parte del Estado, ya que permitió que el terrorista desapareciera de sus radares.
Según los servicios de inteligencia alemanes, el autor material del atentado era un «terrorista en potencia», pero estas advertencias no fueron suficientes para encarcelar temporalmente al yihadista.
Un año después, en pleno corazón del mercadillo de Breitscheidplatz, flores y velas siguen recordando a los fallecidos con sus nombres grabados en los peldaños de las escaleras. Un símbolo de reconocimiento insuficiente para familiares y víctimas.