El debate acerca de cómo comportarse frente a autores y editores de extrema derecha ha alcanzado la Feria del Libro de Leipzig (este de Alemania), que abrió hoy sus puertas al público en momentos en que la controversia se ha reavivado en todo el país.
El tema ocupa a editores y libreros alemanes desde la pasada edición de la Feria de Fráncfort, la mayor del sector editorial, donde un acto organizado por el editor cercano a la derecha radical Götz Kubitschek fue boicoteado por manifestantes.
Ese incidente tuvo en su momento una respuesta por iniciativa de una librera de Dresde (este del país) Susanne Dagen, que redactó un manifiesto -conocido como la Charta 2017- defendiendo la libertad de expresión y llamado a un debate abierto con esos autores.
Dagen estuvo entre los participantes de una mesa redonda celebrada hoy en la Feria de Leipzig en la que distintos libreros explicaron sus posturas ante las obras de la derecha radical.
En el debate, Dagen volvió a defender su postura de invitar a autores de editoriales cercanas a la extrema derecha a su librería y a tener sus libros para la venta.
«No somos censores, por eso tenemos que tener esa literatura en nuestra oferta», dijo Dagen.
A diferencia de Dagen, el librero Manfred Keiper de Rostock, cuya librería ha sido objeto de dos ataques neonazis, no tiene libros de esas editoriales en su oferta.
La semana pasada la controversia, que continuó hoy en Leipzig, se había reavivado debido a un debate que sostuvieron en Dresde los escritores Uwe Tellkamp, uno de los firmantes de la Charta 2017, y el poeta Durs Grünbein.
Tellkamp se consagro con «La torre», que ganó el premio a la mejor novela alemana en 2008 y que ha sido traducido a 15 idiomas, entre ellos el español. La novela -centrada en una familia de intelectuales refinados durante los últimos 12 años de la extinta RDA, ha tenido adaptaciones al teatro y a la televisión y ha vendido cientos de miles de ejemplares en Alemania.
Tras el debate con Grünbein la editorial Suhrkamp se distanció de las opiniones de Tellkamp que, en medio de la discusión, había terminado defendiendo tesis típicas de la ultraderecha contra la llegada de refugiados.
Ante todo su afirmación de que «el 95 por ciento de los refugiados no son perseguidos, sino que quieren aprovecharse de los sistemas sociales alemanes» ha generado protestas. En la mesa redonda de Leipzig, el librero Michael Lemling dijo que habría que preguntarle a Tellkamp de dónde sacó esa cifra.
Dresde, la ciudad en la que se realizó el debate entre Tellkamp y Grünbein -y la ciudad donde los dos nacieron- es también el lugar donde surgió el movimiento ultraderechista Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente (Pegida).
También es una ciudad que se ha convertido en símbolo de la inclinación de los alemanes del este a votar por la ultraderechista Alternativa para Alemana (AfD), que en las pasadas elecciones generales se convirtió en tercera fuerza a escala nacional.
Grünbein, según ha relatado en un artículo publicado en el diario Suddeutsche Zeitung, también fue invitado por Sussane Dagen, a quien lo unía una amistad, a firmar la Charta 2017.
«Lo siento pero no puedo. Me conoces y sabes que no me meto en esas peleas estúpidas entre la izquierda y la derecha. Pero quien quiera hablar ahora de libertad de expresión tiene que distanciarse primero de la violencia de la derecha», le contestó Grünbein, que en 1995 fue reconocido con el Premio Georg Büchner, el más importante para la obra completa de un escritor en lengua alemana.
Además, en alusión a la destrucción de libros de la editorial Antaias en la Feria de Fráncfort, agregó que si había que escoger prefiere «la claramente al violencia contra cosas a la violencia contra personas».
Leipzig, como Fráncfort, ha incluido a editoriales de la derecha radical entre los expositores. Y también ha habido protestas aunque, hasta el momento, sin llegar a los extremos de Fráncfort.
«No queremos tumultos, eso es algo que solo le ayuda a las editoriales derechistas a presentarse como víctimas. Lo que queremos es una discusión con la gente», dijo uno de los iniciadores de las protestas, René Arnsburg.