La escritora Ursula Krechel ganó hoy el Deutscher Buchpreis, que se otorga a la mejor novela del año en lengua alemana, con «Landgericht» (Audiencia provincial), la historia de un exiliado alemán que regresa después de la Segunda Guerra Mundial y se encuentra con un país que no quiere saber nada de sus culpas.
«A través de la novela de Ursula Krechel, uno conoce la joven República Federal de Alemania desde una perspectiva que tal vez hubiera preferido evitar», dijo el presidente del jurado, Andreas Isenschmidt, para describir el libro ganador, publicado por la editorial austriaca Jung und Jung.
La caracterización de los años cincuenta y de la llamada era Adenauer como una época en la que Alemania no quiso saber nada del nazismo es algo bastante frecuente que esta vez se enriquece con la descripción de un destino personal, el del protagonista, Richard Kornitzer, un judío asimilado que se ve obligado a emigrar a Cuba para, como él mismo dice, «anticiparse a su asesinato».
Al regresar, aunque vuelve a trabajar como juez, nunca logra reconciliarse con su antiguo país ni éste con él. Cada reclamación sobre su destino durante la época nazi es vista por la joven república como una perturbación indebida del presente.
El destino de sus hijos, que fueron enviados al Reino Unido para salvarlos del holocausto, es otra historia de la novela, así como la de la esposa de Kornitzer, Claire, que no es judía y se queda en Alemania donde tiene que soportar todo tipo de malos tratos por negarse a disolver el matrimonio con su marido.
«Mucho de lo que he escrito no se hubiera podido decir hace veinte o treinta años, en parte por razones estéticas pero también por razones jurídicas», manifestó Krechel tras recibir el premio.
Krechel definió su novela como «un monumento en papel» y una especie de compensación personal a todas aquellas víctimas del nacionalsocialismo con quienes nunca llegó a hacerse justicia.
El tema central de la novela es el de los emigrados que regresan y no logran integrarse en su país, una nación que da la espalda a su pasado y sólo se concentra en la reconstrucción económica, para lo que incluso llega a pactar con los antiguos nazis.
Incluso, en un momento dado de la novela, Kornitzer registra una noticia en la que se dice que el célebre grupo del 47, al que pertenecieron escritores como Günter Grass, Heinrich Böll o Hans Magnus Enzensberger, tenía reservas a la hora de aceptar en su seno literatos que hubieran estado en el exilio, porque no habían tenido la experiencia de la guerra.
El título de la novela, «Landgericht», posee en alemán un doble sentido. Por una parte, es la palabra para designar una audiencia provincial, pero también sirve para describir el juicio que se hace sobre un país.
«Quería mostrar todo el dolor y el sacrificio que está encerrado y olvidado en los cimientos de lo que tenemos ahora», aseguró Krechel, nacida en Treveris en 1947.
Además, según el presidente del jurado, Andreas Isenschmidt, la novela de Krechel representa una tendencia que ha habido este año en la producción novelística alemana. «Sorprendentemente, ha habido muchas novelas sobre la postguerra», reveló Isenschmidt.
Los otros finalista del Buchpreis este año fueron Ernst Augustin, Wolfgang Herrndorf, Clemens J. Setz, Stephan Thome y Ulf Erdmann Ziegler.
El premio está dotado con 25.000 euros (32.394 dólares) para el ganador y 2.500 euros (3.239 dólares) para cada uno de los finalistas. Este galardón suele disparar las ventas de la novela premiada.
Krechel parecía esperar hoy el premio, pues tenía un discurso preparado en el que además pidió a sus lectores que, al pensar en el destino de Kornitzer, desarrollen también empatía con las personas que actualmente se ven forzadas a emigrar en muchos países.
Rodrigo Zuleta