Según publica el diario estadounidense »The Washington Post» este lunes, un suceso propio de las películas ha ocurrido en el Este de EEUU. El pasado 1 de marzo, en el buzón de Michele Leonardi, de Prince George, Meriland, apareció una postal con un sello de un centavo con matasellos fechado en 1946.
Las cuasas podían ser muy diversas, y la teoría de que el Servicio Postal estadounidense haya encontrado un saco perdido lleno de cartas y postales de hace más de 60 años era una opción.
La propia destinataria, Michele Leonardi manifestó que «me costaba creer lo que estaba viendo». Pese a que la dirección era correcta, el nombre del destinatario es completamente desconocido para Michele, que se pregunta dónde ha estado guardada la postal durante los últimos 68 años.
El asunto se complicó cuando dos días más tarde, una segunda carta postal llegó a parar al buzón de los Leonardi con datos muy similares: mismo destinatario (Sr. y Sra. Calvin Beach), y mismo año (1946).
La familia de Michele se planteó si estaban siendo víctimas de una broma pesada, o si les acosaba algún tipo de fantasma, pero los sellos en la actualidad cuestan 34 centavos, y por tan sólo uno, es imposible enviar una carta o una postal.
A unos 40 kilómetros de distancia, en Pikesville, Baltimore, Wanda Beach, de 89 años se preguntaba cómo reaccionaría su hermana Mele Pasela, de 91, al recibir la «sorpresa» que le enviaba. El mes anterior, mientras Wanda reordenaba algunas cajas antiguas, encontró dos postales del marido de su hermana, Calvin que le envió a su mujer mientras servía en la Sgunda Guerra Mundial.
«Es como estar en el cielo», aseguró Pasela cuando por fin recibió las postales. Wanda quiso enviárselas a su hermana, que actualmente vive en Florida, pero su destino fue la casa de la familia Leonardi, primer apartamento que alquiló el matrimonio Beach.
Para la hermana de Wanda, recibir aquellas postales supuso algo extraordinario, como volver a sus años de juventud, cuando ella y su marido, muerto hace años, eran recién casados.
Leonardi, al recibir las dos postales, empezó a correr la noticia a los vecinos por internet, hasta que llegó a los oídos del Washington Post, y un reportero localizó a la señora de Calvin Beach.