En su número de mayo la revista ELLE muestra la nueva vida de Miguel Ángel Silvestre, sin duda uno de los hombres más atractivos y uno de los personajes españoles de más actualidad. El actor bromea cuando le preguntan cómo se encuentra de ánimo tras la ruptura con Blanca Suárez. «¿Cómo estoy? “Enamorao de la vida, aunque a veces duela», ríe.
El actor valenciano, que acaba de cumplir 32 años, muestra cómo es de puertas adentro en una entrevista realizada en su casa, un ático al sur de Madrid, donde se refugia de su triunfo televisivo y disfruta con optimismo de su nueva etapa vital. «Ahora el amor lo vivo con un trago de cerveza, mis colegas y un helado de chocolate», comenta en la charla y añade que en este momento «para mí, llegar a mi casa, poner música y abrir una cerveza, a poder ser Paulaner, que me encanta, es lo mejor del mundo. A veces me tomo dos o tres”.
Más atractivo y con más éxito que nunca el actor, que este mes ha celebrado su cumpleaños con un millón de seguidores en Facebook, habla con sencillez y valentía de sus aficiones, de cómo se relaciona hoy por hoy con la fama, cómo se cuida y de la importancia de ser uno mismo en el camino hacia el triunfo profesional y personal. “Antes me protegía aislándome, pero el tiempo me ha enseñado que los escudos en lugar de darte energía te la roban. Las corazas te convierten en algo que no eres. Es una gozada quitarme pesos de encima. Hoy por creo que la mejor manera de dar lo mejor de ti es siendo uno mismo».
Además, Silvestre asegura que «con el amor prefiero que sean otros los que opinen y yo vivirlo» y confiesa que no tiene tatuajes y que «si me hiciera uno tendría que ser por amor. Sería algo simbólico, aunque tendría que estar seguro. Bueno, seguro no, la verdad es que sencillamente me tendría que volver loco, pero me conozco y sé que eso puede suceder en cualquier momento».
Sobre la fama y los fans, Miguel Ángel Silvestre también ha asumido que es parte de su profesión. «El cariño de la gente es la hostia, un regalo, algo maravilloso. Lo importante es cómo lidias tú con él. A veces dices: «No sé si soy mejor por hacerme una foto o peor por dejar tirado a mi colega de toda la vida». Pero al final me hago fotos con todo el mundo. Soy una persona a la que le cuesta mucho decir que no», concluye.