«Las relaciones sobre el tema son ahora muy, muy malas», han asegurado desde fuentes oficiales al ‘Financial Times’. Según el rotativo británico, desde el ministerio de Finanzas se quiere mantener la regulación cercana a la de la UE, garantizando el máximo acceso entre mercados, mientras que el BoE se opone a comprometerse como un ‘rule taker’, entendido como una institución sometida a reglas externas sin dictar las suyas propias.
Ambas instituciones habían respaldado la propuesta de un «reconocimiento mutuo» como la base de un acuerdo en servicios financieros, por el que se preservaba el acceso de la City de Londres al mercado único. Tanto Reino Unido como la UE establecerían un mutuo reconocimiento de sus regímenes de regulación y supervisión en finanzas.
No obstante, el principal negociador de la UE sobre el Brexit, Michael Barnier, aseguró el mes pasado que el actual sistema de acceso al mercado aplicado en el bloque comunitario para las firmas financieras extranjeras podría extrapolarse y funcionar perfectamente para el caso de una Gran Bretaña fuera de la UE, reduciendo las posibilidades de que este sector obtenga el trato a favor que estaría esperando tras el ‘divorcio’.
De este modo, la búsqueda de un nuevo plan ha dejado entrever las divisiones existentes en la cúpula del Tesoro o ministerio de Finanzas británico y su banco central, el BoE. La institución presidida por Mark Carney teme que el Tesoro firme un acuerdo que otorgue a Bruselas una influencia significativa en la City, frente al mayor control regulatorio posible que el BoE desea obtener.