1. Nunca deben hablar mal del otro delante de los niños; les genera un sufrimiento inmenso que puede derivar en problemas de conducta, alteraciones de la alimentación y el sueño, escaso rendimiento escolar y, en los casos graves, rechazo hacia el otro progenitor.
2. Los niños no necesitan ser compensados con regalos, viajes o faltas de disciplina o corrección; necesitan a sus padres.
3. Los padres no deben quedarse anclados en la ruptura; les generará resentimiento y frustración.
4. No hablar con el hijo es ya un modo de comunicación. Hay que tener en cuenta que el silencio, por sí mismo, no produce la desaparición de una preocupación.
5. Nunca se debe mentir al niño, pero tampoco hay que darle más explicaciones de las necesarias.
6. Los problemas entre los padres no deben trascender a los hijos.
7. A los niños no les interesa si hubo otra persona, si eran muchas las horas fuera de casa, si había insatisfacción en el día a día o si hay falta de entendimiento.
8. Hay que explicarle con claridad lo que está ocurriendo; si no, el niño podría acabar culpándose de la ruptura.
9. Los hijos no deben ser la terapia para los padres que se están separando, y tampoco el bastón en el que apoyarse.
10. Habrá cambios en el comportamiento de los niños, pero no se pueden justificar más allá de un tiempo prudencial.
11. No hay que darle al niño el lugar que no le corresponde: no es su amigo, porque si es así, dejará al niño huérfano.
12. Los padres no deben volcarse en exceso en los hijos ni convertirlos en el centro de todas sus decisiones; los niños pueden llegar a convertirse en »dictadores» con sus padres.
13. Hay que detener conductas que lleven a un niño a aliarse con uno de los padres.
14. Los padres nunca deben desautorizarse el uno al otro delante del niño.
15. Los padres deben tener en cuenta que si entran en conflicto, en medio siempre estará el niño: como objeto arrojadizo o como espectador asustado ante una pelea de aquellos a quienes más aman y a los que más necesitan.
16. Hay que evitar el odio: impide la comunicación, anula la capacidad de comprender al otro y de darle un papel en la vida de los hijos.
17. No hay que considerar que el niño está bajo la única responsabilidad de uno de los progenitores: el niño se tiene que relacionar con el otro padre, y éste debe saber cómo va en el colegio, si tiene que ir al médico…
18. Nunca se debe anteponer el rencor a los intereses de los hijos, intentado castigar al otro por medio de los niños.
19. Hay que evitar el no considerar el papel del otro en la vida de los hijos.
20. Los niños se ven obligados a aceptar las decisiones de los padres, pero nunca deben ser obligados a dejar de quererlos.
21. No hay que implicar a los niños en el conflicto de los adultos haciendo descalificaciones, gestos ofensivos o silencios cargados de tensión delante de los niños. Además, nunca hay que usar a los hijos como mensajeros.
22. No hay que interferir en la relación de los niños con las llamdas figuras de cuidado y de afecta: el otro padre, los abuelos… Estos vínculos no deben ser rotos.
23. Presionar a los hijos para que »decidan» por uno u otro es un tipo de maltrato psicológico que hay que evitar a toda costa.
24. Los niños no pueden ser algo que se gane o se pierda en un juzgado.
25. Los hijos deben estar alejados de las peleas paternas por la vivienda o el dinero.
26. Los niños buscarán unas veces a su madre y otras a su padre; ellos deben decidir, no ser obligados a elegir entre uno u otro.