Los vehículos que se vendan en Europa tendrán que reducir drásticamente las emisiones de gas de efecto invernadero para 2020, anunció este miércoles la Comisión Europea, una decisión criticada por los fabricantes que la consideran muy estricta y por los ecologistas que piensan que es poco ambiciosa.
El objetivo marcado por Bruselas es reducir las emisiones medias de los vehículos nuevos a 95 gramos de CO2 por kilómetro en 2020, contra 135,7 gr en 2011 y a 130 gr para 2015.
Estas propuestas ya están contempladas en la legislación, pero la Comisión Europea desea hacer hincapié en ellas, al detallar su aplicación.
Son «beneficiosas para todo el mundo» y tienen «una buena relación coste-eficacia», afirmó Connie Hedegaard, la comisaria de Acción por el Clima. «Van a estimular la innovación y la competitividad en la industria automovilística y, por tanto, crear nuevos empleos«, sostuvo.
Pero los fabricantes de automóviles también advirtieron que los nuevos objetivos serán «difíciles de alcanzar».
«Estos son los objetivos más estrictos del mundo (…) Más duros que los de Estados Unidos, China y Japón», precisó Ivan Hodac, secretario general de la Asociación de Fabricantes Europeos (ACEA). «Van a encarecer la producción en Europa«, en un contexto particularmente difícil para la industria según él.
Para la Comisión, la generalización de vehículos más eficaces y menos contaminantes beneficiará a los conductores, que «ahorrarán globalmente unos 30.000 millones de euros por año en carburante», según sus estimaciones.
El propietario de un vehículo nuevo reducirá su factura de carburante en 340 euros el primer año y entre 2.900 y 3.830 en trece años, con relación al objetivo de 2015.
Estas propuestas serán sometidas al Parlamento Europeo y a los Estados miembros.