El nombre de Elsa Fornero, actual ministra italiana de Trabajo, ha dado la vuelta al mundo después de llorar al dar a conocer el plan de ajuste que el gobierno italiano va a llevar a cabo en los próximos meses.
Estas lágrimas, derramadas durante su anuncio de que se va a retrasar la edad de jubilación hasta los 66 años, han dado a conocer a una mujer que, hace menos de tres semanas, asumió una cartera tan difícil en la actualidad como la de Trabajo. Pero, ¿quién es Elsa Fornero?
Fornero nació en la provincia de Turín en el año 1948, donde ha ejercido como profesora de Economía en la universidad de la propia ciudad, enseñando macroeconomía y materias relacionadas con el ahorro, la seguridad social y los fondos de pensiones, temas sobre los que ha publicado numerosas obras y artículos científicos durante sus años de docencia.
Experta en Economía, a Fornero, de 63 años, la política tampoco le es ajena, pues fue concejal de Turín entre 1993 y 1998, elegida por la lista Alleanza per Torino (Alianza por Turín).
Casada con el también economista y profesor de la Universidad de Turin, Mario Deaglio, la nueva ministra ha recibido algunos premios a lo largo de su carrera, como el galardón periodístico Saint-Vicent de Economía en 2001, considerado el »Pulitzer» italiano.
Tras esto, se ha dedicado sobre todo a materia económica, siendo su último trabajo antes de ser nombrada ministra el de la vicepresidencia del Consejo de Vigilancia del segundo banco italiano del país, Intesa San Paolo entre 2010 y 2011, tras dos años -desde 2008- como vicepresidenta de la misma compañía
Otro de los aspectos más destacables de su currículum es la fundación del Centro de Investigación en políticas de pensiones y seguridad social (CERP), que supone uno de los mayores centros de estudio económico de Italia -y también de Europa-.
Con este currículum, que incluye asesoramiento al anterior Ministerio de Trabajo sobre el gasto de las pensiones, no es de extrañar que Mario Monti haya confiado en ella para la difícil tarea que le ha sido encomendada. Por ahora, al menos, ha demostrado que sensibilidad no le falta.