La Conferencia Episcopal Española (CEE) se ha mostrado partidaria de «reformar» o «añadir» aspectos nuevos en la Constitución para que siga siendo actual y ha llamado al diálogo en Cataluña, convencida de que es posible la «convivencia en la diversidad».
Así lo ha asegurado hoy el presidente de la CEE, Ricardo Blázquez, en el discurso inaugural de la XC Asamblea Plenaria, que reúne a los obispos españoles hasta el viernes en Madrid.
Blázquez, que ha mostrado hoy su apoyo al restablecimiento del orden constitucional en Cataluña tras la declaración unilateral de independencia, ha admitido que «el paso del tiempo y la vitalidad de la sociedad» ha mostrado la conveniencia de «reformar o añadir aspectos nuevos en la Constitución para que siempre sea actual».
Sin embargo, ha añadido que la propia Constitución indica los procedimientos para introducir los cambios oportunos.
Sobre la declaración unilateral de independencia, un hecho que ha calificado de «grave y perturbador», Blázquez se ha mostrado «preocupado» y «entristecido» y ha hecho un llamamiento al diálogo, convencido de que es posible la «convivencia en la diversidad».
«Desde hace algún tiempo el desarrollo de los acontecimientos en Cataluña nos preocupaba en medida creciente y nos entristeció la Declaración Unilateral de Independencia» que significaba «la ruptura del orden constitucional que los españoles nos hemos dado hace 40 años», ha lamentado.
Se trata, a juicio de los obispos, de un hecho «perturbador» de la convivencia garantizada en la Carta Magna, «que va más allá de las discrepancias entre las formaciones políticas».
Por eso, la Conferencia Episcopal ha mostrado su apoyo al restablecimiento del orden constitucional y el respeto a la ley.
«Estamos convencidos de que también hoy es posible la convivencia en la diversidad», ha dicho Blázquez, quien ha llamado a continuar construyendo una sociedad en paz, libertad y justicia a partir del diálogo de los ciudadanos y en las instituciones.
En ese sentido, ha recordado que la Iglesia «colaboró eficazmente en la Transición política, aunque no siempre sea reconocido», y ahora «desea continuar cumpliendo su misión de reconciliación y pacificación».
«El ministerio de los obispos y presbíteros está al servicio de la comunión eclesial; y, por ello, también de la convivencia pacífica de los ciudadanos», ha dicho.
En otro orden de cosas, Blázquez se ha referido también a la «ideología de género» que «a veces se intenta imponer como pensamiento único hasta en la educación de los niños» y que «niega la diferencia natural de hombre y mujer».
Esta ideología -avisa Blázquez- lleva a proyectos educativos y directrices legislativas que promueven una identidad personal y una intimidad afectiva radicalmente desvinculadas de la diversidad biológica entre hombre y mujer.
En ese sentido, ha advertido sobre los riesgos de la revolución biotecnológica que permite la procreación humana con independencia de la relación sexual y convierte al hombre en «un producto de laboratorio».
«Debemos respetar los límites que no debemos traspasar, sin pretender grandezas que superan nuestra capacidad», ha avisado el cardenal Blázquez.
Ha condenado, además, los crímenes machistas sucedidos en este año y ha denunciado «la vergonzosa violencia que a veces se ejerce sobre las mujeres, el maltrato familiar y distintas formas de esclavitud que no constituyen una muestra de fuerza masculina, sino una cobarde degradación».
Sobre la pastoral educativa, los obispos han subrayado que la Iglesia «no aspira a privilegio» sino que reclama la libertad religiosa con las otras confesiones religiosas y han recordado que la aconfesionalidad del Estado significa que éste no profesa ninguna confesión religiosa, pero los ciudadanos pueden vivir según sus propias creencias.
«El Estado debe proteger el derecho a la libertad religiosa y a la libertad educativa que incluye el derecho de los padres a la educación de sus hijos conforme a sus convicciones, como ampara nuestra Constitución», ha afirmado.
Por último, Blázquez ha expresado su preocupación por Europa, cuyos problemas tienen su origen «en el olvido de su historia, en el secularismo y el consiguiente olvido de Dios, y en su cansancio y envejecimiento».
Por ello, ha subrayado que es momento de «redescubrir» los orígenes de Europa, avivar las raíces y revivir «los valores auténticos».