Lo sucedido con el concejal de Valencia, Carlos Galiana, es una mas de lo mismo que nos sucede en estos tiempos con muchos de nuestros políticos. Simplemente piensan en ellos. No creo que el concejal Galiana fuera mal intencionado. Probablemente pensó, él -o alguno de sus asesores-, que ante las dudas que le generaba dar el discurso en inglés, la ocasión la pintaban calva gracias a la mascarilla y que gracias a esta podría dar la imagen de bilingüismo que es casi imposible encontrar en nuestros políticos.
No pensaría en como afectaría a su imagen y reputación en caso de ser descubierto, en como afectaría en la percepción exterior de aquellos a los que representa, …ya están de nuevo los españoles con sus triquiñuelas, si es que nos son confiables…, en como deja al que viene detrás para nuevas iniciativas parecidas, en que hay pequeñas cosas que pueden dejar por los suelos el trabajo de muchos durante mucho tiempo, en que incluso alguien puede poner en duda confiabilidad y honestidad tras una actuación así. El hecho tenía las piernas muy cortas porque en el mejor de los casos, de haber sido Valencia la adjudicataria de la capitalidad europea de la innovación mas pronto que tarde algunos o muchos hubieran descubierto la realidad. Esto de mirar algunos pasos por delante antes de tomar una decisión, como en el ajedrez, tener siempre presenta que un cargo público es mucho mas que la persona que lo ejerce y el deber que se adquiere con los representados que le han delegado dicha responsabilidad es algo que hoy muchos olvidan. Lo dicho, una mas de lo mismo.