El ex ministro del Interior, José Barrionuevo, y el ex secretario de Estado para la Seguridad, Rafael Vera ingresaron en prisión a las 19.28 horas del 10 de septiembre de 1998, para cumplir la condena de diez años que les ha sido impuesta tras el juicio por el secuestro de Segundo Marey.
Los dos ex altos cargos socialistas se despidieron en un multitudinario mitin celebrado a las puertas de la cárcel de Guadalajara, arropados por la cúpula socialista y entre cinco y seis mil militantes. El primero en hablar fue el propio Barrionuevo, quien, visiblemente afectado, pidió encarecidemente a los militantes que le sigan demostrando el apoyo que hasta ahora le han brindado.
También flanqueado por Felipe González, José Borrell, Ramón Rubial, José Bono, Manuel Chaves, Juan Carlos Rodríguez Ibarra y José Bono, el entonces secretario general del PSOE tomó la palabra después de que lo hiciera el propio Barrionuevo, dando las gracias por su solidaridad a las miles de personas que se habían congregado en Guadalajara para despedir a los dos ex-altos cargos de Interior.
El dirigente socialista aseguró que Vera y Barrionuevo iban a cumplir con su deber, aunque su ingreso en prisión supone que hoy «se esté cometiendo un paso más de una injusticia» que ellos y otras muchas personas llevan desde hace mucho tiempo sufriendo.
Almunia reiteró la inocencia de los dos ex-altos cargos de Interior, asegurándoles que iban a seguir teniendo muy cerca al PSOE, tanto en la cárcel, como en el Parlamento, ejerciendo los derechos que les corresponden como ciudadanos libres, para recuperar tanto la verdad jurídica como la real, y que los dos recuperen la fama que algunos que le han querido quitar.
Hasta misma puerta de la prisión, Barrionuevo y Vera llegaron junto con el ex presidente Felipe González, quién les dió el último abrazo. Mientras tanto, los miles de personas congregadas gritaban «¡Libertad! ¡Libertad!. Momentos después empezaron a arreciar los gritos de «¡Cascos, Aznar, lo vais a pagar!».