Gerardo Díaz Ferrán era un empresario de éxito. Copropietario del otrora exitoso Grupo Marsans, se ha sabido que durante los 90 y primeros 2000 llevaba una vida extraordinariamente lujosa. Yates, palacios, propiedades repartidas por toda España…
Fue nombrado presidente de la CEOE en 2007, y la llegada de la crisis le hizo realizar declaraciones pidiendo esfuerzos a los españoles, y en favor de abaratar el despido. Un año después, en 2008, la Universidad de Elche le nombró doctor Honoris Causa.
Pero todo cambió. Pidió muchos esfuerzos a los que menos tenían, pero él dejó sin pagar a empleados, clientes y acreedores de Marsans cuando fue declarada en quiebra.
También se le investiga una presunta estafa en la emisión de pagarés de Nueva Rumasa, está en trámite una querella por apropiación indebida presentada por cuatro empresas acreedoras de Marsans, y se investiga también un supuesto desvío de 4,9 millones de euros a Suiza, en lo que puede ser un intento de blanqueo de dinero y de intentar escapar al embargo económico que sufre por 417 millones.
A finales de 2012 ingresó en prisión por un presunto delito de alzamiento de bienes bajo una fianza de 10 millones que no ha podido pagar. En mayo de 2014, la Audiencia Nacional confirmó la pena de 2 años y 2 meses de prisión por un delito contra la Hacienda Pública por defraudar 99 millones de euros del impuesto de sociedades de 2001 en la compra de Aerolíneas Argentinas por parte de Air Comet.
En octubre del año pasado, el Juzgado de lo Mercantil número 12 de Madrid calificó como culpable el concurso de acreedores de la empresa Viajes Crisol, una filial del Grupo Marsans, por lo que inhabilitó a su exdueño Gerardo Díaz Ferrán y a la sociedad Possibilitum a administrar bienes ajenos durante 15 años.