El Yemen se enfrenta a una catástrofe sanitaria por la propagación de la epidemia de cólera en un país donde las autoridades sanitarias, debido a la guerra en la que se ve sumido desde hace más de dos años, se ven incapaces de frenar.
Hasta el momento, al menos 186 personas han muerto por el cólera y ya se han registrado 14.000 casos con síntomas desde hace tres semanas, apuntó hoy la Organización Mundial de la Salud (OMS); y entre ellos, más de 4.500 se encuentran localizados en la capital del Yemen, Saná, controlada por los rebeldes hutíes.
El coordinador de los asuntos humanitarios de la ONU en Saná, Jamie McGoldrick, dijo a Efe que esta epidemia ya se preveía y que la propagación se debe al «conflicto en el país, que impide el desarrollo de infraestructuras sanitarias».
«Creo que la propagación del cólera es el resultado del conflicto y que ha tenido como consecuencia el deterioro de la situación en el país», adujo.
Además, indicó que este deterioro afecta también al presupuesto del Gobierno y a los profesionales de la salud, que por el momento no cobran.
«Más del 50 % de los centros sanitarios en el Yemen no funcionan, por lo que no es de extrañar que el cólera se propague», afirmó.
El repunte de cólera ha llegado a un país con un sistema sanitario profundamente debilitado tras dos años de conflicto entre las fuerzas leales al presidente, Abdo Rabu Mansur Hadi, y los rebeldes chiíes hutíes, y que se intensificó tras la intervención militar de la coalición árabe, liderada por Arabia Saudí, en 2015.
La tasa de mortalidad y los casos de síntomas aumentan de manera dramática y los expertos preven que la epidemia se extenderá en muchas zonas del país en los próximos meses.
A pesar de que las autoridades sanitarias y ONG internacionales alertaron del estado de emergencia sanitaria -que se declaró hace dos días- en la capital, muchas zonas siguen sin tener los servicios sanitarios adecuados para enfrentarse a esta propagación.
Ante esta situación, el Gobierno de Saná, controlado por los rebeldes, anunció hoy que van a poner en marcha un protocolo para hacer frente a esta nueva catástrofe humanitaria.
Por otro lado, el médico Yaser Janzal dijo a Efe que la primera vez que el cólera toco suelo yemení, en octubre de 2016, «nos dimos cuenta de lo difícil que fue la situación sanitaria a la hora de hacer frente a su propagación».
En aquel entonces, murieron 143 personas en las zonas meridionales del país y los primeros casos de defunción fueron anunciados el pasado 3 de noviembre por la ONU.
Ahora, aseguró Janzal, «la propagación es más rápida», y agregó que las autoridades sanitarias han registrado casos de diarrea aguda en 25 comarcas de 18 provincias del país árabe, aunque prevé que el número aumente a hasta 75 comarcas en los próximos meses.
Por otro lado, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) dijo hoy que los niños representan un tercio de los casos de cólera registrados en el país.
«El Yemen está gestionando de nuevo el surgimiento de una crisis de salud pública», indicó en una rueda de prensa el portavoz de Unicef Christoph Boulierac.
De acuerdo con cifras de Unicef, el 25 % de los casos se han observado en Saná y un tercio son niños.
«Yemen es un país muy peligroso para los niños, que viven en un contexto de extrema vulnerabilidad», explicó.
Añadió que el cólera se está expandiendo en un país en el que los servicios sociales básicos están colapsados como resultado de más de dos años de conflicto, lo que incluye el sistema sanitario y el abastecimiento de agua, así como la gestión de la basura.
La OMS ha establecido diez nuevos centros de tratamiento en las áreas en las que se ha registrado un número creciente de pacientes.
Aunque, según el doctor Janzal, se están habilitando tiendas en los patios de los hospitales, por la falta de espacio en los centros sanitarios, y apuntó que los médicos se están viendo obligados a tumbar en la misma cama a dos pacientes.
El cólera es una infección intestinal aguda causada por la ingestión de alimentos o agua contaminada con la bacteria «vibrio cholerae» y que no presenta síntomas en las afecciones más moderadas, pero que puede provocar la muerte en pocas horas si el enfermo no recibe tratamiento en los casos más severos.
Jaled Abdalá