Para ello, los eurodiputados contemplan un plazo de entre 21 meses y seis años, en función del tipo de electrodoméstico, para rediseñar los subgrupos de nivel de eficiencia y que, desde 2010, se limitan a tres (A+, A++ y A+++).
Bajo el nuevo sistema que defienden los eurodiputados, el etiquetado tendrá una validez de al menos diez años y se aplicará cuando el 25 % de los productos en el mercado de la UE entren en la categoría A o cunado el 50 % sea clasificado en la A y B.
En el momento de introducir un reajuste en las etiquetas, la clase A quedará vacía (en grupos de productos en los que el progreso tecnológico es muy rápido se dejarán vacías las clases A y B), según el acuerdo de los eurodiputados.
La Eurocámara también es partidaria de que el etiquetado incluya no sólo la clase de electrodoméstico, sino también información sobre el consumo absoluto en kWh en un determinado periodo de tiempo.
Y plantea que las evaluaciones de impacto medioambiental y los métodos de prueba recojan de la manera más fiel posible las condiciones reales de uso de un producto, ya sea cuando los test los realiza el fabricante como cuando el encargado es la autoridad de vigilancia del mercado.
Estos criterios son los que ha adoptado el pleno reunido en Estrasburgo (Francia), con el objetivo de iniciar los contactos con los Veintiocho para buscar un acuerdo en primera lectura.