Cientos de miles de jóvenes españoles viven el drama de tener las puertas casi cerradas del mercado laboral. Históricamente en nuestro país han los profesionales de menor edad han tenido siempre el problema de la eterna pescadilla que se muerde la cola: sin experiencia no hay empleo; y sin empleo no se adquiere experiencia. Una complicada tesitura que se ha visto agravada con la crisis económica, con años de escasez de oportunidades en el mercado de trabajo para muchos españoles, no sólo jóvenes, pero especialmente para los jóvenes que no tienen experiencia.
La barrera del primer empleo
Al terminar el año 2013 en España había 889.000 menores de 25 años que buscaban un empleo, situando la tasa de paro juvenil en el 55%; y cerca de 600.000 desempleados españoles buscaban su primer trabajo. Exactamente, 576.900 buscaban su primera experiencia laboral. O lo que es lo mismo, nunca han tenido un empleo, según datos del Boletín Avance del Mercado Laboral Asempleo-Afi, elaborado por Asempleo, la asociación en la que se agrupan las principales firmas españolas de selección, como Adecco, ManpowerGroup, Randstad, Eulen, Grupo Norte, Unique o Page Personnel, entre otras.
Es casi el 10% del total de parados en España (9,8%). Un número que se ha multiplicado casi por tres desde el inicio de la crisis, ya que en tercer trimestre del año 2007, quienes buscaban su primer empleo en España eran 210.100 personas. Es decir, actualmente hay un 174% más de parados sin experiencia que al principio de la crisis.
Una situación que castiga especialmente a los jóvenes: el perfil tipo del desempleado en busca de su primera oportunidad es el de una mujer española, menor de 25 años y con un bajo nivel de cualificación.
La gran mayoría de los trabajadores que buscan su primer puesto de trabajo son jóvenes: casi 7 de cada 10 son menores de 25 años (el 67% del total y 8, menores de 30 años (82%). Son mayoría las mujeres (56%), los españoles (73%) y las personas con un bajo nivel formativo (50%). Sólo el 6,6% de las de las personas que no han trabajado nunca logró acceder al mercado de trabajo en el último trimestre del pasado año, un porcentaje que fue del 12% entre quienes sí tenían experiencia previa. Es decir, que tienen casi la mitad de oportunidades de hacerse con un empleo.
Salir al extranjero
Así las cosas, uno de los caminos que están tomando muchos jóvenes españoles es el de hacer las maletas y salir fuera del país en busca de esa primera oportunidad laboral. Pero en ocasiones se encuentran con la misma situación que en España: para ser contratados los empleadores les piden que acrediten su experiencia profesional previa. Algo complicado para muchos teniendo en cuenta el contexto laboral que vive nuestro país desde hace seis años.
Riesgo de generación perdida
Algunos expertos advierten del peligro que corre el país de contar con una generación perdida. Si estos jóvenes pasan mucho tiempo fuera del mercado porque la crisis no termina de amainar, cuando llegue mejores circunstancias económicas tendrán la competencia, por un lado, de profesionales de más edad con experiencia profesional acreditada; y, de otro, de una nueva generación de menor edad, más actualizada y recién salida de las aulas que puede quitarles su sitio en el mercado de trabajo. Jonas Prising, número dos mundial del gigante de recursos humanos MapowerGroup, ha señalado en diversos foros internacionales que el desempleo juvenil en nuestro país corre el riesgo de convertirse en un problema estructural.
El propio presidente de Estados Unidos, Barak Obama, refiriéndose a la crisis que viven Estados Unidos y la Unión Europea, afirmó el pasado año en una rueda de prensa en Berlín junto a la canciller alemana, Angela Merkel, que «tenemos que garantizar que no perdemos una generación que puede que no sea nunca recuperada desde el punto de vista de su trayectoria laboral».
»Plan de Garantía Juvenil»
Este mal endémico del desempleo juvenil, agravado en esta crisis, ha sido uno de los polos del debate sobre la recuperación económica en Europa en los últimos meses. La Unión Europea ha diseñado el denominado Plan de Garantía Juvenil, actualmente en fase de implantación, pretende servir de ayuda para los cerca de 5,6 millones de jóvenes desempleados que hay en la actualidad en la UE. Este plan apela a los estados miembros a asegurar que todos los jóvenes menores de 25 años reciben una oferta de empleo, de prácticas o tienen la oportunidad de continuar su formación antes de cuatro meses desde que hayan perdido el trabajo o terminado sus estudios.
Jonas Prising, presidente de MapowerGroup para América y el Sur de Europa, señalaba en una entrevista a Expansión, que para evitar el enorme paro juvenil español los gobiernos tienen que promover e incentivar la contratación de jóvenes con desgravaciones o rebajas en las cuotas de la Seguridad Social a las empresas. Fomentar los contratos de formación en los que se les prepara sobre cuestiones muy específicas. Y habilitar sistemas de prácticas y becas para que se vayan incorporando a las empresas desde los estudios, para que salgan de las universidades y se integren rápidamente en el mercado, adquiriendo experiencia, como en Suiza, con un 4% de paro, y en Alemania, con un 6%.
La FP Dual
Son países con una Formación Profesional potente, que promueve el trabajo de los estudiantes desde su etapa académica. Algo muy similar a la denominada FP Dual que puso en marcha el Gobierno español el pasado año, en el que los alumnos trabajan en empresas concertadas con sus centros de estudios al mismo tiempo que sacan adelante sus titulaciones de FP. Un modelo al que se han sumado este curso casi 10.000 alumnos, el doble que el pasado, que perciben una remuneración de entre 250 y 600 euros al mes y pasan en el centro de trabajo entre el 33% y el 85% de su tiempo de formación.
La universidad
Algo parecido piden algunos expertos para la universidad. Poner en marcha planes de estudio y mecanismos que permitan que los universitarios se incorporen a las empresas desde su etapa educativa, de forma que vayan adquiriendo experiencia laboral, además de tener una formación mucho más práctica que la actual. De esta forma será más sencilla su incorporación al mercado una vez terminados los estudios.
Empresas, normas y trabajadores más flexibles
Jonas Prising explica también que después de grandes años, España tiene un alto nivel de paro porque era un mercado muy rígido y poco flexible para adaptarse a los ciclos; señalaba que el nivel de flexibilidad en las organizaciones tiene que crecer porque vivimos en un mundo de incertidumbre y hay que adaptarse rápidamente a los cambios y vaticinaba que cada vez más habrá nuevas formas de empleo diferentes a las tradicionales: más autoempleo, trabajos a tiempo parcial o contrataciones por proyectos.
Los »minijobs»
Durante su última crisis económica Alemania precisamente creó los denominados minijobs. Un tipo de contrato de no más de 15 horas semanales y un sueldo máximo de 400 euros mensuales porque en el país germano no existe un salario mínimo interprofesional. Por el contrario, estos ocupados, siete millones de trabajadores, no pagan impuestos. De esta forma, el país de Angela Merkel ha logrado batir su récord histórico de trabajadores con empleo, aunque algunos estudios señalan un paralelo y creciente nivel de empobrecimiento de la población.
El salario mínimo interprofesional
Algo similar reclama la patronal para España. CEOE propuso la semana pasada una reducción del salario mínimo interprofesional para los menores de 25 años de edad, vinculada a su formación. Una medida que ha sido rápidamente rechazada por los sindicatos. Actualmente, el salario mínimo interprofesional en nuestro país es de 645 euros mensuales o 9.000 anuales, tras las congelaciones de 2012 y 2014 y una subida del 0,6% e 2013. En nuestro país hay hoy 858.000 ninis, jóvenes que no estudian ni tienen empleo.
El dilema parece reducirse a mantener unas condiciones laborales y unos salarios conquistados en nuestro país durante los años de bonanza económica, pero que pueden dificultar la incorporación de una generación entera de jóvenes al mercado laboral. O abrir la vía a nuevas fórmulas con menores retribuciones y mayor flexibilidad para combatir el altísimo desempleo juvenil. Y, en cualquier caso, la obligación de conectar el sistema educativo y la formación de los jóvenes y el mundo empresarial para no llenar las aulas de futuros parados.