El gigante nuclear francés, Areva, adoptó el lunes un plan de rigor para responder a fuertes pérdidas y asumir las consecuencias de la catástrofe de Fukushima, lo que llevará a la supresión de 1.200 empleos en Alemania y la pérdida de 1.200 puestos en Francia en 2012.
Este plan de rigor, denominado «Acción 2016», se está preparando desde la llegada de Luc Oursel a la dirección de la empresa con la misión de sanear las cuentas de la empresa, dirigida por Anne Lauvergeon de 2001 a 2011.
El objetivo principal es economizar 1.000 millones de euros por año de aquí a 2016, reduciendo los costos de funcionamiento. El grupo reducirá además en un tercio sus inversiones y hará cesiones por 1.200 millones de euros.
El grupo, que emplea a 48.000 personas en el mundo, más de la mitad en Francia, no dio informaciones sobre las consecuencias del plan de rigor entre sus efectivos, mientras se esperaba la confirmación de la más fuerte restructuración de la empresa desde su creación en 2001.
Según la CGT, primer sindicato del grupo, una congelación de la contratación de empleados el año próximo ya fue anunciado a los representantes del personal, lo que, a través de retiros naturales significará una reducción de 1.200 puestos franceses en 2012.
Estas reducciones, que no serán por despido, fueron decididas pese al compromiso del grupo público de no tocar los empleos en Francia.
Por otro lado, Areva confirmó «la supresión de más de 1.200 empleos en Alemania», déclaró Patrick Lescure, delegado central CGT.
Estas medidas deben poner fin a la inquietante degradación de las cuentas del grupo, pues la atracción internacional que suscitó la energía nuclear en la última década dio paso a la reducción de la envergadura de Areva tras la catástrofe nuclear de Fukushima en marzo de 2011.
El grupo tendrá que asumir además una carga excepcional de 2.400 millones de euros, de los cuales 1.460 millones de euros relacionados con minas de uranio africanas, adquiridas en 2007 y que después perdieron el 80% de su valor.
Areva apostó entonces a proyectos de minas de uranio de una sociedad canadiense, UraMin, que ambicionaba explotar promisorios yacimientos en varios países africanos (Namibia, Sudáfrica y Centroáfrica).
Debido a todos esos contratiempos, Areva perderá este año alrededor de 1.500 millones de euros, en lo que será su peor resultado desde su creación.